Sergio Llull anotó 71 puntos en un partido cuando jugaba en categoría cadete y esa estelar actuación le sirvió para ir a la selección española y llamar la atención de los grandes clubs de la ACB, pero su primera canasta en la élite no entró. Esas son algunas de la interioriedades del base del Real Madrid en un encuentro con el humorista Joaquín Reyes.

“Estaba muy nervioso. Fue en Bilbao, con el Manresa. Perdimos de veinte. ¡Y mi primera canasta no entró! Fue una bandeja, tocó el tablero, el rival hizo un tapón ilegal y me dieron la canasta…”, recuerda Llull de su debut con el Manresa. Tenía 18 años, pero ya era conocido en el mundo del básket por esa exhibición coronada con 71 puntos jugando con La Salle Mahón. "La noticia salió en internet, me convocaron con las inferiores de la selección y poco después el Manresa, que cuida muy bien la cantera, me fichó”.

El siguiente salto fue al Real Madrid, su club preferido. "No tuve que pensarlo demasiado. Era una oportunidad única", explica el base merengue, todavía convaleciente de la grave lesión de ligamentos cruzados que se produjo el pasado verano. Ese parón profesional le ha permitido echar la vista atrás y participar en el programa Reyes en la Cocina, que dirige Joaquín Reyes y produce Arcos, la empresa albaceteña referente en cuchillos. Llull repasa su carrera mientras cocina un plato de pasta.

Alrededor del baloncesto

Esa carrera ha girado en torno al baloncesto. Desde que era un crío e iba a ver los partidos de su padre -"en el descanso saltaba a la pista para jugar y después mi madre me tenía que perseguir para que saliera y el partido pudiera reanudarse”-, durante su ascenso a la élite -conoció a su esposa Almudea en el Palacio Vistalegre, donde era azafata- y cuando tenga que retirarse. Medita ser entrenador, pero con jóvenes, enseñándoles detalles técnicos. "No me veo al frente de un equipo profesional, son palabras mayores”, matiza.

Pero la prioridad ahora es recuperarse de la lesión para volver a jugar. Con el Madrid en la Euroliga, aunque sea visitar las postas del Olympiacos, Panathinaikos y Estrella Roja, las más apasionadas del continente -"en Belgrado meten 20.000 personas y la gente fuma, parece que juegues con niebla”-, y con la selección al lado de Pau Gasol, "nuestro guía".