Por muchas batallas que hayan, por muchos movimientos que se produzcan, el Sky siempre gana la guerra, lo que no quiere decir que ayer en lo alto de la estación alpina de La Rosière el general ganador del conjunto británico haya sido Chris Froome.

Quizás, el lugarteniente, el que supuestamente estaba llamado a ser uno de sus más fieles gregarios, como siempre había sucedido, entienda y comprenda que él puede ser el mariscal de este Tour. Se aventuran días extraños en el Sky, que no solo puede ganar en París con el de siempre, léase Froome, sino con el nuevo, un Geraint Thomas, intratable, ya de amarillo, y que saca 1.25 minutos a su poderoso jefe.

Todos pueden atacar. O intentarlo. Pero al final el premio se lo lleva el Sky. Y así viene sucediendo desde el 2012 —con la excepción del 2014 cuando Froome se retiró por caída—. Los británicos son los mejores, los que tosen a todos y los que casi parece que se rían del resto de rivales.

Las vÍctimas / En la 11ª etapa, disputada entre Albertville y La Rosière con un recorrido de 108,5 kilómetros, lo que empezó siendo un festival de Movistar, con un Valverde al ataque, quien incluso durante 9 minutos fue líder provisional de la carrera, acabó con el conjunto español convertido en una víctima más de Sky.

Aunque no fue la única, puesto que en el mismo saco entraron todos los equipos, todos los rivales, a excepción de Tom Dumoulin. Ni Vincenzo Nibali, ni Nairo Quintana, ni Romain Bardet, ni Mikel Landa, ni siquiera un agresivo Dan Martin. A falta de 5 kilómetros atacó Thomas, que ganó con 3.29.36 horas y se puso líder, seguido de Dumoulin y Froome (2º en la general), ambos a 20 segundos. Etapón.