A pesar de que más de la mitad de la vida de Roberto Soriano se ha desarrollado en Alemania, el país donde nació (Darmstadt, 8 de febrero de 1991), el centrocampista del Villarreal se siente italiano por los cuatro costados. «Nací en Alemania, pero mi corazón es italiano», confirma el futbolista, cuya familia procede de Sperone, una pequeña localidad del sur de Italia, en la provincia de Avellino.

Muy pronto, su talento llamó la atención del club más grande de Alemania, el Bayern, donde jugó «hasta los 18 años», momento en el que decidió apostar definitivamente por una carrera en el país que considera como suyo y cuyas costumbres se mantenían en su casa alemana desde la infancia. «Allí todo recordaba a Italia, incluida la comida y el idioma. En casa siempre hemos hablado en el dialecto de Avellino (el irpino), muy diferente al italiano», recuerda Roberto, que ahora añade un correctísimo castellano a su vocabulario.

De Totti y Ferrari

Su carácter caliente dentro del terreno de juego también tiene mucho más de transalpino que de germánico. Y no digamos sus preferencias. El jugador del Submarino no duda en quedarse con «Génova» —su ciudad de adopción— por delante de «Múnich» —la de su nacimiento— y con un buen pedazo de «pizza» por encima del típico schnitzel alemán. Deportivamente, Italia también le tira mucho más. Si tiene que elegir entre dos de los ídolos futbolísticos de Alemania e Italia, Soriano no duda en destacar a «Totti» por encima de «Rummenigge»; y como cualquier tifoso no duda en animar a la escudería del cavallino rampante en cualquier carrera de Fórmula 1: «Ferrari, por supuesto, por delante de Mercedes».

Internacional con la absoluta azzurra —con la que no juega desde el 2015—, Soriano empezó a brillar a las órdenes de Mihajlovic en la Samp, donde se asentó tras un breve paréntesis como cedido en el Empoli (Serie B). El Villarreal le fichó por cinco años el pasado verano.