El entrenador del Villarreal no podía disimular su enfado por su expulsión el pasado domingo en Sevilla, lo que le privará de poder dirigir a su equipo esta noche en el Madrigal y en el encuentro de la 3ª jornada en Granada. “Soy el muñeco pimpampum de los entrenadores, al que expulsan para que los entrenadores no puedan protestar”, lamenta Marcelino, que sigue sin entender el motivo por el que Vicandi Garrido le hizo abandonar el banquillo del Benito Villamarín: “Protesto porque un rival hace un saque de banda diez o quince metros más adelante de donde salió el balón, y delante del árbitro. Además, el árbitro apunta en el acta que ya había una advertencia previa, algo que no es verdad”.

Para el míster amarillo, sus gestos en los partidos no se miden con el mismo rasero que con otros técnicos. “Algunos protestan igual o más que yo. Es un tema personal; los demás pueden abrir los brazos y protestar; yo no. Voy a tener que ponerme una goma para que me corrija cada vez que levante los brazos”, bromeó al final. H