De las reticencias iniciales, lógicas en el inicio de cualquier proyecto, al voto de confianza unánime en lo que se denominó posteriormente el Espíritu del Dimoni (inicios de 1998), hasta el aplauso incondicional con el que la afición del Villarreal ha valorado la gestión de Fernando Roig en sus 20 años de presidencia.

Esos han sido, a grandes rasgos, los sentimientos de la masa social grogueta durante esta larga etapa del empresario valenciano al frente del Submarino, jalonada con momentos imborrables para cualquier incondicional del equipo, como el inesperado ascenso en mayo del 98, las semifinales de Champions del 2006, el subcampeonato de Liga del 2008 o, más reciente en el recuerdo, el regreso a Primera División en el 2013, que significó un punto de inflexión para volver a poner al 100% la actividad de una afición que celebra las dos décadas de Roig al frente del club. «Ya son 20 años, y esperamos que sigan otros 20 como mínimo», desea José Luis Alcón, el actual presidente de la Agrupació de Penyes (APV), la asociación que vertebra los principales focos de seguidores del Villarreal.

LAS DUDAS INICIALES

La llegada de Fernando Roig en 1997 pasó por las «lógicas reticencias iniciales». «Evidentemente, se trataba de un empresario muy vinculado al deporte de la capital de la Comunitat, València, por la presidencia del Pamesa de baloncesto y su vínculo familiar con Paco Roig, su hermano y presidente del Valencia CF en aquel entonces —hasta diciembre del 97—», recuerda Susana García, vicepresidenta de la APV y que ha vivido en primera persona —su hermano, Pedro Tomás García, fue vicepresidente del club— toda la etapa de Roig en la entidad amarilla. Unas dudas que desde el primer momento se encargó de mitigar el recordado Pascual Font de Mora, que en el momento de pasar el testigo presidencial lanzó una frase que ha quedado en la memoria de los aficionados más veteranos. «Estad tranquilos. Dejo el club en buenas manos», dijo el expresidente de la SAD, ya fallecido, como testimonia Néstor Meseguer, abonado del Villarreal desde el año 1992.

LA PROXIMIDAD

La relación de Fernando Roig con la afición y con la ciudad de Vila-real siempre ha sido cercana. Desde el comienzo. «Acudía a todos los actos sociales», apunta Susana García, como ejemplo de la rápida integración del presidente del Villarreal con el que era su nuevo entorno. Incluso su hija, Elena, escogió Vila-real para celebrar su boda, oficiada por otro aficionado ilustre, mossèn Guillermo. Sin embargo, la verdadera tarjeta de presentación de Roig ante los aficionados del Submarino fue una cena organizada por Esteban Folgado, el primer presidente de las peñas amarillas, en febrero de 1998, cuando el sorprendente Villarreal confirmaba su candidatura al ascenso que finalmente se produjo. El encuentro entre el presidente y los aficionados se produjo en el restaurante Cal Dimoni y dio inicio al auge del movimiento peñista. La cita se bautizó como el Espíritu del Dimoni.

«Fue cuando la afición del Villarreal empezó a conocer verdaderamente a Fernando Roig, su presentación en sociedad. Hasta entonces muy pocos conocían al presidente», recuerda el Comandante Folgado, un personaje clave en la fuerte simbiosis entre Fernando Roig y la masa social del club y que ahora vive en un segundo plano la trayectoria del Submarino amarillo.

La historia posterior ya la conocen. El ascenso y la rápida caída, el posterior regreso a Primera, la estabilización del proyecto, la entrada en Europa, las semifinales de Champions ante el Arsenal, el subcampeonato en la Liga 2007/2008… Incluso en los peores momentos, la afición ya nunca ha dado la espalda a Roig. A los pocos días del último descenso, el presidente del Villarreal fue aclamado por la gente que seguía la procesión de Sant Pasqual. «Fue la prueba que necesitaba para retomar aún con más fuerza su proyecto», dicen los peñistas. Siguió el año del segundo ascenso, en el que el presidente dejó imágenes icónicas, como el agradecimiento a pie de campo a los miles de groguets desplazados a Murcia en el tramo final de la temporada.

Muy lejanos quedan ya esos primeros pasos de Fernando Roig, en los que prometió que el Villarreal sería equipo de Primera «en dos años». «Entonces lo tomamos casi por loco y adelantó un año su predicción», reconoce Susana. Como cuando el presidente se marcó como objetivo que el Submarino «fuera uno de los clubs fijos en competiciones europeas». Bendito loco.