Su historia podría ser la de Iniesta. También él lloró alguna noche en La Masia. Sus padres le dejaron ahí, con la misma mezcla de ilusión y tristeza que los de Iniesta. Igual que ellos volvieron a casa en silencio y entre lágrimas. A Fuentealbilla y a Talavera de la Reina. Pero los pasos de aquel chico, que también eligió el Barça entre un montón de ofertas seducido por una residencia tan especial, no fueron los mismos que los de Andrés. A él le tocó vivir la otra cara, la que ‘sufren’ la mayoría de los niños que emprenden una aventura tan difícil. Ese sueño se esfumó pero, a diferencia de tantos y tantos que se quedan por el camino, acabó cumpliendo el de ser futbolista. Y de los buenos.

Manu Trigueros ha dejado atrás aquellos recuerdos. El presente se ha impuesto a la nostalgia y a las lamentaciones por lo que pudo ser y no fue. El Barça pasó de largo pero su nombre podría aparecer hoy sin problemas en la alineación azulgrana. Lo hará en la de su rival de este domingo, el Villarreal, donde se ha erigido en una pieza insustituible.

Curiosamente, las comparaciones le evocan al chaval al que quiso imitar. “Trigueros es el futbolista español más parecido a Iniesta. Parece que no es rápido, pero lo es; parece que le van a quitar el balón, pero lo protege; parece que no tiene llegada...". Son palabras de su entrenador, Fran Escribà, que él asume con cierta vergüenza.

"Compararme con Iniesta son palabras mayores. Siempre ha sido un ídolo. Es muy difícil estar a su altura", replica, recordando la sensación que ha tenido cuando se ha enfrentado a él. “Era casi imposible quitarle el balón. Trataba de mirarle a los ojos para ver a dónde iba a salir, pero con un amago se iba. Increíble”.

CARRERA DE MAGISTERIO

Durante años, su padre ejerció de entrenador y todavía hoy le reconoce aquella influencia inicial. No solo con el balón. También sigue sus pasos como profesor y, contra la norma que aleja a los futbolistas de las aulas, le queda apenas medio año para acabar la carrera de magisterio. “Siempre es bueno cultivar la mente. A mí me sirve para despejarme y aislarme del fútbol. Siempre se me han dado bien los estudios”, explicaba en una entrevista a futuros cracks.

Su fichaje por el Barça se fraguó en un campeonato de España que jugó con la selección cadete de Castilla La Mancha. No lo hizo nada mal. Madrid, Valencia y Atlético también se interesaron por él, pero tenía cierta devoción por el Barça y estaba el encanto de la Masia. El idilio no duró mucho y la falta de minutos (a veces no iba ni convocado) le llevó a marcharse cedido a Murcia.

RENOVACIÓN HASTA EL 2022

Y de ahí al Villarreal donde no ha parado de crecer. En una sola temporada pasó de los dos filiales, el C (Tercera) y el B (Segunda A), al primer equipo. Pero también vivió momentos delicados hace un año en la pugna con Pina para ser la pareja de Bruno. Acabó ganando el pulso y, después de cierta incertidumbre en los que se habló de una salida, fue Pina quien hizo las maletas rumbo al Brujas.

Ahora, con 25 años, Trigueros, que se declara admirador del estilo azulgrana (“me gusta mucho ver al Barça, siempre está atacando”), se ha convertido en un futbolista mucho más completo. Titular indiscutible y una de las grandes “debilidades” de Escribá, actúa tanto de medio centro como por detrás del delantero. Tiene libertad para jugar y su nombre ya aparece en la lista de Lopetegui, que le conoce bien de las categorías inferiores.

Hace dos meses, ya se hizo un hueco en la historia del Villarreal al marcar el gol 500. Esta semana dejó otro para el recuerdo, un chutazo con parábola desde el centro del campo en Anoeta que deja abierta la eliminatoria de Copa.

En medio de rumores constantes de ofertas, alguna de la Premier, el club ha querido asegurarse su futuro con un nuevo contrato hasta el 2022. En ese acto había una figura especial: Marcos Senna, encargado de las relaciones institucionales. Uno de sus referentes. Como Iniesta. El chico que se quedó en la Masia. Trigueros no pudo. Pero hay vida más allá del Barça.