El Villarreal salió a verlas venir en Anoeta y a no ser por el golazo de Trigueros, la eliminatoria ya estaría vista para sentencia en un partido en el que a los amarillos les faltó suerte y fútbol. Anoche, tocaba la versión de Mr Hyde. Apatía, falta de intensidad y un fútbol de cocción lenta que se convierte en fácil de desactivar para los rivales. Solo en los diez minutos finales el Villarreal fue el Villarreal y pudo poner en apuros a una Real Sociedad que lo tuvo muy fácil para llegar al Madrigal con una buena ventaja en la eliminatoria, aunque difícil en fútbol no es imposible.

Mostrando la versión de esta recta final del encuentro, en la que al margen del gol de Trigueros, el colegiado se hizo el sueco ante unas manos en el área de la Real y Musacchio perdonó un imperdonable gol, el Villarreal puede, por qué no, estar en cuartos.

Fran Escribá y Eusebio se tomaron la Copa muy en serio. Ambos técnicos fueron con todo lo mejor que tenían y no se reservaron nada. De los ocho o nueve cambios habituales en las alineaciones del Villarreal cuando la Europa League estaba en juego a salir con el once titular. Eso era la teoría porque luego sobre el campo, el Submarino jugó a cámara lenta. Al Villarreal le costaba llegar al área rival, cocinando demasiado el juego, haciendo el terreno de juego muy corto y a la vez muy ancho, con largas posesiones totalmente inofensivas. Todo ello con el aditivo de la falta de intensidad y nula velocidad.

La Real no tuvo que emplearse demasiado a fondo porque ya al cuarto de hora se encontró allanado el camino para meterse hasta la cocina de Asenjo ante la falta de tensión defensiva tanto en la parcela ancha como en el centro de la zaga y Willian José puso por delante a los donostiarras, que casi sin querer ganaban 1-0.

NO CAMBIÓ EL GUIÓN // El Villarreal no cambió el ritmo con el gol en contra. Sin jugadores de bandas que pudieran desbordar en el uno contra uno y darle profundidad al juego ofensivo, la Real apenas sufrió para contener los tímidos zarpazos de un equipo que jugaba en bandas con Jonathan y Soriano, y al que no le bastaba con la pelea de Sansone para romper la defensa rival. Solo un par de desdoblamientos de Mario pusieron en algún apuro al equipo txuri urdin. El Villarreal no daba la sensación de jugar mal... pero tampoco bien. Su fútbol era insípido, previsible e inofensivo.

Y lo cierto es que la Real Sociedad, de nuevo, se encontró con el 2-0 sin contraer ningún mérito para ello. Un despeje de patio de colegio, impropio de un futbolista profesional como es José Ángel, hacia su propia portería, unido a una falta de entendimiento entre Mario y Asenjo, con la fortuna como aliada de los donostiarras, concluyó en un regalo de Reyes con día y medio de adelanto que Vela se encargó de recoger con todos los honores para marcar a placer y a puerta vacía.

El Villarreal no había hecho nada, ni tan siquiera para perder por dos goles de diferencia. Ni blanco ni negro, ni frío ni calor, ni carne ni pescado. La primera puerta se escurrió por el desagüe sin que los amarillos hubieran aparecido y con un 2-0.

El descanso no sirvió para despertar a los hombres de Escribá, ni tampoco al propio técnico amarillo. La Real, por contra, se estiró más y buscó el jaque mate definitivo a la eliminatoria con él tercer gol. El Villarreal continuó jugando a nada. Sin ideas y con las líneas descosidas, dando por bueno un 2-0 sonrojante para un equipo de tanto potencial y presupuesto como el amarillo.

Asenjo salvó el tercero con un felino despeje a remate de Willian José en pleno baile de los donostiarras. El Submarino no había llegado a puerta y seguía jugando a verlas venir. El desborde del que careció el conjunto de Escribá fue el que exhibió Oyarzabal, rompiendo primero la cintura a Musacchio y posteriormente conectando un trallazo que batió a Asenjo. El 3-0 era fulminante.

El Villarreal continuaba grogui, hasta que un ramalazo de raza y talento de Manu Trigueros le sacó de la UCI en esta eliminatoria de Copa del Rey.

DESDE SU CASA // El talaverano se sacó un tiro con efecto desde 35 metros que hizo imposible la estirada de Rulli. Un golazo que deja un resquicio para la esperanza con el 3-1. El Villarreal quiso hacer más en los diez minutos finales que lo que había hecho durante el resto del encuentro. Y tuvo sus opciones de acortar aún las distancias con un remate de Musacchio con el portero donostiarra totalmente fuera de combate, pero su disparo se fue incomprensiblemente fuera. También Castillejo reclamó un penalti por mano que pudo señalarse.