Por fin un partido a las cinco. Sol. Césped nuevo. Todo perfecto para la deseada confirmación del buen inicio liguero del Villarreal. Pero la de ayer fue una tarde de calor, mucho calor. Abanicos en la grada: primero por el sofoco que provocó el rival y después por la alegría desatada. Y es que si hay algo en el fútbol que hace subir la temperatura es el gol. Más ayer que parecía negársele a los groguets, y no por falta de ocasiones.

Y no me hagan mucho caso, pues no son cuentas oficiales, pero de las 16 oportunidades del Villarreal, Uche estuvo en ocho. Trabajó sin descanso, generosidad y hasta se adornó con taconazo. Solo le faltó el gol, aunque el Madrigal, otras veces crítico, ya en la primera parte le reconoció el esfuerzo coreando su nombre. Más aún, cuando Marcelino le premió con el cambio para recibir su merecida ovación.

Y repito, no marcó; aunque su lucha dio la potencia al Submarino para emerger. ¡Vaya remontada! Renacimiento en 45 minutos y al que se apuntaron Cheryshev con sus cabalgadas por banda, los grandes detalles de calidad del debutante en Liga Jonathan dos Santos, el acierto de Vietto y el gol clave de Musacchio para acabar de poner los motores a toda máquina.

El Rayo al final se quedó en aparato eléctrico, mientras el Villarreal le montó un cortocircuito de los que tuestan al rival, pero aumentan la creencia en los de Marcelino. H