Al Castellón se le agota el tiempo. Pasan las semanas, pasan los partidos, pero sus opciones van esfumándose. El día D y la hora H marcados contra el Alzira no fueron más que el inicio de otro periodo de incertidumbre, a la espera de lo que suceda en esta semana entrante. Una sensación de desasosiego que cala en todos los órdenes del club, equipo incluido, preso de sus propias carencias y vacilaciones. El encuentro contra el cuadro de la Ribera fue más de lo mismo, un déjà vu constante, una pesadilla interminable.

Lo decía: al Castellón se le escapan las oportunidades. De haber cumplido la venganza (aunque solo hubiera sido por la mínima) sobre el rival que hace ahora una vuelta le endosó un 5-0, el albinegrismo habría tomado un poco de aire a la espera de nuevas emociones fuertes, pero la sensación es que este ha tocado techo. Las limitaciones se tornan mucho más evidentes cuando enfrente tiene a un contrincante que le obliga a desenmascararse. Entonces, no hay trampa ni cartón. El Castellón es tremendamente vulnerable atrás, no tiene un plan B y, arriba, carece de veneno.

La supuesta revolución de Cabello quedó en cuatro cambios, dos disfrazados de obligatorios por las sanciones de Blyndu y Héctor Peña, con lo que Guille Vázquez y Marc Trilles improvisaron como dúo de centrales. Hugo García, perdonado, recuperó su puesto arriba en detrimento de Marc Cosme y Juste no solo desplazó a Joel a la suplencia, sino que lo envió directamente a la grada.

Las prestaciones, también fueron continuistas. Tampoco hubo una revolución en cuanto a actitud, pese al espejismo de ver el remate del gallego a los 20 segundos. Ese fue todo el peligro del primer tiempo, este disparo tan cruzado como desganado y un uy por un despeje de Abraham que casi acaba en gol en propia meta.

El Alzira fue creciendo con el discurrir de los minutos, amparado en la endeblez de una zaga en la que solo el benicarlando mantenía el tipo. Al menos, Eduard emuló a un portero de balonmano para abortar el 0-1 que ya casi celebraba Ferran Giner y, en el último suspiro, el de San Juan de Luz sacó lustre a la puntera de su guante izquierdo tras un latigazo envenenado de Edu López.

La afición centró sus iras en el trío arbitral, para alivio de otros, debido al criterio excesivamente subjetivo (y anticasero) de García Aleña y al resorte que poseía el brazo de su auxiliar de tribuna, que obsequió a los locales con media docena de fueras de juego.

pASo AL FRENTE // El que dio el Castellón a la vuelta de la caseta. Empezaron a aparecer Aarón, Raúl Rodríguez... al mismo tiempo que Cabello metía todo el arsenal (tres delanteros), pero el Alzira fue quien rondó el gol (Eduard estuvo, nuevamente, felino).

Tic-tac, tic-tac... el tiempo se le echa encima al Castellón. H