El Villarreal tendrá enfrente el domingo a un equipo con las ideas claras. El Alcorcón desarrolla a la perfección sobre el césped la filosofía de su entrenador. Un equipo trabajado, combativo, feroz, competitivo, que va al límite cada disputa, capaz de ahogar e intimidar a cualquier rival. Bordalás exige, y sus jugadores responden y se aplican con diligencia y esfuerzo en su tarea.

El conjunto madrileño viene de aplastar al Girona, pero la mejor referencia de lo que nos podemos encontrar en el Madrigal es lo que exhibió en Elche hace tres jornadas; perdió, pero mereció mucho más. Controló, sufrió poco y tuvo más trabajo el portero local. Partiendo de un encomiable orden táctico, el Alcorcón coloca su línea defensiva lejos de su área y alterna el esperar organizado con episodios de presión muy arriba, basada en un acoso rápido y agresivo al poseedor del balón y a sus posibles receptores. Son maes-tros en abortar la progresión de la jugada rival con faltas tácticas. Sus transiciones en ataque son simples y verticales. En ataque estático, mezclan elaboración con un eficaz juego directo que supera líneas enemigas. Son muy intensos en las pelotas divididas y trabajan bien la estrategia a pelota parada.

Con el 4-2-3-1 como disposición táctica, su once apenas varía. Manu es un meta de poca altura, ágil, que golpea fuerte y preciso el balón buscando a la referencia arriba. En el uno contra uno concede algunos espacios. Dos laterales distintos: Nagore es potencia y fortaleza física, impetuoso defendiendo y atacando; el zurdo Ángel es más templado y con más manejo. Ambos miden sus proyecciones en ataque y priorizan defender bien. El central Babin es el jefe de la defensa. Es calculador, tiene personalidad, jerarquía y un poderoso juego aéreo, tanto en defensa como en ataque. Laguardia es de los más duros de la categoría, a veces desproporcionado en su contundencia. Pasa el rival o el balón, pero nunca los dos a la vez.

LA ZONA CREATIVA // Los pivotes mezclan trabajo y criterio. Abraham, descubierto por Guardiola, ocupa más campo y pide la pelota; Sergio Mora es básico; maneja el espacio y los tiempos y es el termómetro que marca las bajadas y subidas del juego alfarero. Muy bueno a pelota parada. Por delante se mueve Miguélez, experto y curtido, inteligente, con recursos; nunca se precipita. En banda derecha atención a Fernando Sales. Con 35 años mantiene una buena punta de velocidad en los últimos metros. Sus diagonales hacia el área son demoledoras. También crea peligro su buena técnica en los centros desde la línea de fondo. En la izquierda, un diestro, el exalbinegro Juli, un jugador que lo deja todo en el campo. Acaba reventado porque incordia, presiona e incomoda. Con balón tiende a irse al centro; es hábil, listo y, aunque tiene gol, es generoso a la hora de asistir a los compañeros. Arriba juega Oriol Riera, un 9 referencia fuerte, alto que, al margen de saber temporizar de espaldas a portería, se mueve bien y es un gran rematador. Poderoso por arriba, no necesita impulsarse para superar a su marcador.

La única variante de Bordalás se observa en algunos partidos a domicilio: entra Camille, un lateral zurdo, y sale Miguélez, con lo que Juli pasa a jugar como segundo punta por el centro, con mayor libertad, que es como se siente más cómodo. Y no tiene mayores secretos este Alcorcón en el que el grupo prima por encima de las expresiones individuales. Implicación, compromiso y contundencia han hecho de este equipo un bloque duro como el acero.