De entrada, baste decir que muchas de las cosas que aparecen en esta página no han podido demostrarse. Porque, si así hubiera sido, Enrique Pina Campuzano (Murcia, 1968) no estaría ahora donde está. En los últimos años, su nombre ha estado asociado a la polémica y a movimientos oscuros dentro del mundo del fútbol, esto es, a compra de partidos y de jugadores, habiendo salido indemne. Tal es el asunto, que hay gente que le tiene más miedo a él que al equipo, y eso que el Ciudad de Murcia cuenta con un elenco de jugadores que ha militado en categorías superiores: Aguilar, Fran Nogueira...

Quique Pina fue un centrocampista que militó en el filial del Real Murcia y en otros equipos de la provincia murciana, principalmente. Su techo lo tocó en la temporada 91-92, cuando jugó en el Mérida (2ª A) entrenado por Juanito, que, curiosamente, murió en accidente de tráfico esa misma temporada. Pina presume de haber sido muy amigo del madridista. Él suele mostrar una cicatriz en una mano, que se hizo al golpear una mesa de cristal al ser despertado la noche del 2 de abril del 92, cuando le informaron del fallecimiento de Juanito en un accidente de tráfico. No obstante, se retiró precozmente.

EMPIEZA A GANAR DINERO

Luego, su nombre aparece asociado a la creación de un club, el Atlético, que nunca contó con el favor de la sociedad murciana. De hecho, desapareció mediada la competición en la que estaba. Poco a poco, Pina fue ganando mucho dinero con negocios ligados al fútbol y a la representación de futbolistas. De hecho, posee los derechos en España de un buen número de jugadores argentinos (Cristian Díaz, Turu Flores, Rolando Zárate o Riquelme), así como a estrellas del fútbol español (Albert Luque). De hecho, trabaja principalmente con clubs del poderío del Bar§a, Atlético (es íntimo amigo de Futre), Depor y Mallorca (lleva a un buen número de jugadores del filial). Así, con el apoyo de influyentes amistades, logró reunir el capital suficiente para fundar el Ciudad de Murcia, en verano del 99, recogiendo el testigo de otro histórico recién muerto, el Imperial.

En aquel incipiente equipo tenía cabida gente que apuraba los últimos días de su carrera: Pina, Rafa Muñoz (ahora segundo entrenador), Juan Carlos Cordero (actual secretario técnico), Antonio Hernández Totó (es gerente)... Ya entonces, Pina destacó por fichar jugadores de superior categoría, como el argentino Esteban, que llegaba de la segunda división inglesa.

Aunque el Ciudad nació con la idea de colaborar con el Real Murcia, pronto se torció la amistad, al impedir éste que su nuevo vecino usara en La Condomina. Desde entonces, la relación entre ambos no existe, e incluso el Real rechazó cederle un jugador para esta liguilla.

Para el banquillo, Pina fichó primero a un entrenador principiante, Paquito Pliego, al que destituyó pronto ¡por no alinearle! Con el ascenso a 3ª, Pina colgó definitivamente las botas y, emulando a Piterman, pasó a ejercer de técnico, ganándose la enemistad del Colegio de Entrenadores, con el que tuvo hasta un contencioso.

Pina quiso que el paso por 3ª también fuera rápido y tiró mano de la billetera. Idiakez (Burgos) y Loinaz (Cartagonova) fueron sus fichajes más sonados de aquella temporada. Así, no fue de extrañar que acabara primero de grupo y jugara la promoción. En ella tuvo en el Balaguer a un duro adversario, pero el equipo catalán perdió el pulso, no sin quejarse: el presidente del club ilerdense acusó a Pina de comprar un partido. No era la primera vez que recibía una ofensa similar, pues, en la temporada 96-97, cuando trabajaba para el Real Murcia, fue sorprendido en el entrenamiento del Benidorm con un maletín. Se armó una buena.

Para entonces, Pina ya había delegado la presidencia en su padre, Juan José, una mera figura decorativa, reservándose para sí el cargo de presidente ejecutivo, una terminología que no puede ser más acertada.

El año pasado, en su estreno en 2ª B, el Ciudad comenzó a ser conocido por dos cosas: cuatro jugadores (Toni Bernal, Cordero, Esteban e Isaac) fueron traspasados al Udinese, pero no llegaron a debutar en la primera división del calcio italiano y, así, deshicieron el camino en verano --su sueño es ver un Ciudad de Murcia-Udinese en Europa--. Además, eliminó a dos primeras en la Copa, Sevilla y Málaga. No promocionó por poco (fue quinto), pero de nuevo, en las últimas jornadas, Pina volvió a estar bajo sospecha: el presidente del Almería le acusó de tocar a su guardameta en vísperas de un partido entre ambos.

Esta temporada, Pina ha provocado ríos de tinta por sus continuos cambios de técnico. Empezó con el exondense Javi López, a quien se cargó incomprensiblemente en la 13ª jornada cuando iba tercero; luego trajo a Crispi, que destrozó al equipo en seis jornadas (bajó al octavo puesto); y, por último, fichó a Carlos Orúe, que ha armado un bloque difícil de batir.

ÚLTIMAS MANIOBRAS

En la promoción, Pina se ha encontrado como pez en el agua. Las malas lenguas dicen que tiene atados a tres futbolistas del Barakaldo; y los albinegros aún se preguntan por qué apareció por el hotel de concentración en Pontevedra para, acto seguido, irse a comer con varios directivos del equipo local. En fin, que con personajes así, hay que tener los ojos muy abiertos.