Hablar en España de las hermanas vitorianas Abrisqueta -Vanesa y Leticia-, de las jacetanas Macarena Lacasta y Mireya Sabo, de la majariega María Gurrea, de la puigcerdanesa Sonia Soler o de la castellonense Clara Romero Torres puede sonar extraño en cualquier ámbito... menos en la gran familia del hockey hielo.

Ellas son consideradas las pioneras de esta bella modalidad deportiva en categoría femenina en territorio nacional. Todas comenzaron mediada la década de los 90, aunque fue ya en el siglo XXI cuando reivindicaron un hueco para las féminas en este deporte. Eso sí, las que más destacan y alcanzan el nivel participan en los equipos de élite de la Liga Nacional de la Federación Española de Deportes de Hielo, que dirige el vicepresidente de hockey sobre hielo Frank González y supervisa el director técnico nacional, con orígenes de Figueroles, Karlos Gordovil Bartoll.

“Aquí no hay hombres o mujeres, hay deportistas. Si vales, juegas; si te sabes el reglamento, arbitras; si te sacas el título, entrenas... da igual el sexo”. Frase de Clara Romero Torres (Castellón, 19-01-1983), castellonense afincada en Madrid que se inició en este deporte en 1995, pasando por todas las categorías hasta llegar a la máxima como defensa y que desde hace tres temporadas puede presumir -aunque no lo hace- de ser la única árbitro de élite de toda España.

Mide 1.68 m., pero cuando se pone el traje cebra, el de los árbitros de hockey hielo, no se amilana ante los leones XXL que practican el deporte de equipo más rápido de cuantos existen.

Fue jugadora del SAD Majadahonda, uno de los clásicos de la Liga Nacional, hasta el año 2009, pero cuando vio que “el nivel subía y que mi integridad física corría peligro, aproveché una oportunidad y me pasé al arbitraje”. Como todo en la vida, una casualidad le abrió el camino. “Hacía falta un árbitro para sub-15 en Pamplona y tenía que ser de la Federación Madrileña, hubo una baja y me lo propusieron... y ni me lo pensé”, explica a Mediterráneo.

El responsable de árbitros de la Federación, Fernando Calvo, le propuso formarse y ya lleva tres años, dos en la élite. “La verdad es que la gente es muy respetuosa. Al principio al verme se sorprenden, pero el hockey en España es una familia, y me valoran por ser árbitro, no por ser mujer”, reconoce.

“Pese a la imagen que quieren darle, el hockey es deportivo y nada machista. Los jugadores me respetan y si el público increpa, lo hace al árbitro, no a una mujer”, finaliza una cebra que convive entre leones. H