En su casa se respira fútbol por los cuatro costados. Varias vitrinas con trofeos del padre y del hijo... y los del nieto que empiezan a ocupar espacio. El denominador común, unos colores, los albinegros, y un escudo, el del Club Deportivo Castellón. Y la vivienda no está muy lejos de la capital de la Plana, porque son de la terreta y porque sienten los colores. Es en Almassora donde reside una de las pocas sagas que han logrado mantener con el paso de los años su semilla en la entidad.

Se trata de los Felip, una familia futbolera que representa una especie en extinción, ya que con la globalización en el balompié actual es muy complicado poder ser profeta en la tierra de cada uno. Son Alberto Felip Galí, el que lo empezó todo; su hijo Alberto Felip Esteve; y el presente y futuro lo representa el nieto, Víctor Felip Pallarés.

Mediterráneo juntó a las tres generaciones en el domicilio particular del patriarca, Alberto Felip Galí, santo y seña del albinegrismo. Los tres analizaron pasado, presente y lo que auguran en un futuro, en el que los tres desearon larga vida al club de sus amores.

Una leyenda viva

Alejado ya desde hace años de la repercusión mediática, a sus 78 años, Alberto Felip Galí puede presumir de haber jugado 90 partidos oficiales con el CD Castellón, en Tercera y en Segunda División, además de haber militado en el RCD Espanyol, L’Hospitalet, CD Alcoyano, UE Lleida, Balaguer y Burriana.

Pero su trayectoria más dilatada fue como entrenador, con muchos acensos en sus espaldas, y como secretario técnico (dos temporadas en la entidad orellut), ya que fue el creador del CD Castellón del último ascenso a Primera División (1988/89).

Como técnico suma tres ascensos con el Torreblanca, dos con el Burriana, campeón de Preferente con el CD Onda y CD Segorbe y también varias temporadas al frente de su Almazora. «Fue una etapa bonita y de muchos éxitos. Disfruté mucho entrenando», explica.

Además, en su debe está la gran plantilla que ascendió a Primera con él como secretario técnico. «Traje a Luiche, con el que me une una gran amistad. Y me recorrí casi toda España yendo por los campos de fútbol y conseguimos confeccionar una plantilla que luego dio grandes resultados», añade.

Y ahora, décadas después, sigue enganchado a su Castellón gracias a su nieto. «Soy un apasionado del fútbol. A mis 78 años veo ocho partidos a la semana por televisión y, además, siempre voy al juvenil del Castellón, para ver a mi nieto Víctor. Él será el mejor de la familia. Seguro que no me equivoco», opina con ilusión.

Mediapunta goleador

El segundo de la saga es Alberto Felip Esteve, que actualmente tiene 51 años y que pasó por todas las categorías inferiores del CD Castellón hasta el Amateur. Logró el ascenso con el juvenil a División de Honor y compartió vestuario con jugadores del caché de Octavio Vinyals, Salva, Pedro Alcañiz, Sevilla, Cruceta, Manolo Gil o Modesto. Economista de profesión, fue muchos años máximo goleador en clubs como el Almazora y Onda, militando además en el Albuixech, Burriana, Segorbe y Sant Jordi.

Ahora siente el CD Castellón como padre y aficionado. «Los que sentimos este club solo queremos que la situación mejore. Y en lo deportivo, que se mantenga el juvenil y ascienda el primer equipo», confiesa.

A Víctor se lo rifan

El presente y el futuro lo representa el nieto, Víctor Felip, de tan solo 18 años, extremo o mediapunta del juvenil de División de Honor, y el único que entrena diariamente con el primer equipo. Pese a no ser 9 tiene gol, desequilibrio y buen último pase, y es uno de los mayores activos del CD Castellón en estos momentos, ya que clubs de Segunda División A y canteras importantes han llamado a su puerta.

Él se mantiene al margen de todo ese ruido. «Solo pienso en lograr la salvación con el juvenil y si puedo debutar en Castalia con el primer equipo en Liga, pues mejor», analiza. «Para mí es un orgullo continuar con la saga», añade... Y que dure.