El Villarreal no fue fuerte defensivamente, y con esa debilidad en su línea más retrasada, sus posibilidades de ganar ayer en Getafe se reducían considerablemente, porque las ausencias en ataque fueron un hándicap muy difícil de superar para los de Marcelino. Así, el planteamiento de partida se basaba en potenciar las virtudes para minimizar los puntos débiles. El Villarreal no aprovechó sus dos únicas y clarísimas ocasiones en el inicio de la primera parte, y tampoco fue el bloque fiable que apenas concede nada a los rivales. El Getafe lo tuvo demasiado fácil con un rival que presentó su cara más desconocida y que no lució ningún síntoma de fortaleza. En el Coliseum se echó mucho de menos, demasiado, a los que no estaban, pero también a los que estuvieron sobre el terreno de juego.

En cuadro. Obligado por las bajas, Marcelino tuvo que modificar su patrón habitual de juego y rediseñó su sistema táctico habitual (4-4-2) para adaptarse al hecho de tener que afrontar un partido y la confección de una alineación sin delanteros de los que echar mano. La única baza era Cédric Bakambu y el congoleño, que entró a ultimísima hora en la convocatoria, se encontraba renqueante y muy mermado físicamente por los problemas en el tobillo derecho que ya hace más de dos meses que arrastra.

CAMBIO DE SISTEMA // Con ese panorama, el técnico amarillo fortificó el centro del campo con la presencia de tres mediocentros, Pina, Manu Trigueros y Jonathan dos Santos, dejando en manos de Nahuel y Samu Castillejo las bandas, con Samuel García como hombre más avanzado dentro de un 4-5-1. Otra de las novedades del Villarreal era la titularidad de Adrián Marín, un prometedor lateral izquierdo con una gran proyección en ataque.

No empezó mal el Submarino, pese a añadir otro problema más a los propios, ya que se encontró con un enemigo estático pero que le perjudicaba notablemente: el mal estado del terreno de juego. Cuando no dispones de delanteros, la propuesta para llegar arriba debe ser distinta. Y así lo entendió el entrenador amarillo que buscó las llegadas al área del Getafe desde la segunda línea, con más espacios en lugar del ataque estático. Y las dos primeras ocasiones, muy claras ambas, fueron para el Villarreal, pero ni la fortuna ni la precisión en el remate acompañaron a los de Marcelino. Manu Trigueros estrelló un balón en el larguero cuando Guaita ya no podía hacer nada por alcanzar el balón, mientras que Nahuel Leiva falló casi a bocajarro una asistencia de gol de Samu García, que aprovechó un error en la entrega de los locales para montar una contra que era mortal de necesidad. Pero, sin delanteros, el Submarino necesitaba desequilibrio y la aportación de un toque de genialidad desde la segunda línea que en ningún momento apareció. El aparente control del juego del Villarreal no se traducía después en peligro ante los dominios de Guaita, que pasados los dos primeros sustos disfrutó de un plácido mediodía.

MAZAZO DE LAFITA // Y para colmo el Getafe acertó en su primera opción de ataque con un tiro desde la frontal del área de Lafita que soprendió a Areola. El 1-0 espoleó a los azulones que dispusieron a posteriori de cinco minutos de gloria, con dos oportunidades concatenadas en las que Areola y Víctor Ruiz, bajo palos, evitaron el segundo gol. El Villarreal no mostró poder de reacción y estaba preso de una debilidad creativa alarmante, que ayer también iba acompañada de falta de contundencia defensiva y escasa concentración, con algunos fallos individuales muy graves.

Pese a todo, el Villarreal llegó vivo al descanso y con 45 minutos por delante para remontar. Marcelino intentó inyectar talento con la entrada de Denis Suárez, pero a los cinco minutos de la segunda parte, el Getafe, sorprendentemente, machacó al Submarino a la contra por medio de Álvaro Vázquez. Remontar dos goles sin delanteros se antojaba como una machada que a tenor de lo que se estaba viendo parecía una utopía. Incluso, los locales acariciaron el jaque mate definitivo con la posibilidad de marcar el 3-0.

El Villarreal no se rindió, e intentó plantar cara, pero con muy pocos recursos. El maleficio de las lesiones continuó con Mario, quien debió retirarse lesionado con evidentes muestras de dolor en la zona del aductor izquierdo. Ni el recurso de Bakambu, que salió en la última media hora, logró enganchar al Villarreal en el partido. Los amarillos se fueron de vacío del Coliseum y encadenan una mala racha de tres encuentros de Liga consecutivos sin ganar, una dinámica que empieza a ser preocupante. H