El cuerpo técnico del Villarreal empezó a preparar el partido de mañana en Astaná en el mismo avión. El largo viaje de siete horas, junto a la diferencia horaria entre España y Kazajistán, suponían un hándicap de adaptación para afrontar la ida de la previa clasificatoria para la fase de grupos de la Europa League. Para matar dos pájaros de un tiro, Marcelino decidió que el vuelo hacia la capital kazaja se efectuase por la noche, con la consigna a todos sus jugadores de que debían dormir a pierna suelta en el avión durante las siete largas horas que separaban el despegue desde Manises hasta el aterrizaje en Astaná. Con la misma medida se intentaba combatir las cuatro horas de diferencia ya que los jugadores ponían pie en tierra sobre las 10 de la mañana de Kazajistán (6.00 horas en España), integrándose de esa forma en el nuevo horario al haber dormido en el viaje y con un día por delante, antes del partido, para continuar la adaptación. Nada se dejaba a la improvisación y esa era la explicación del viaje nocturno. Todo tiene un porqué en el mundo Marcelino, que hay que resaltar que siempre trabaja de forma consensuada con su equipo directo de trabajo, formado por su segundo Rubén Uria y el preparador físico Ismael Fernández, un hombre con un importante peso específico en el 'staff' técnico, sin olvidar también al dietista Héctor Usó, al médico y a los fisioterapeutas. La voz de todos ellos siempre es escuchada y valorada.

El Villarreal estiró las piernas al llegar al hotel Radisson Blu de Astaná para, esta tarde, entrenarse en el mismo escenario del partido, el espectacular Astana Arena, uno de los símbolos de un país emergente como es Kazajistán, con toda la cubierta superior del estadio retráctil y equipado con las más modernas tecnologías.