Parecía un partido de béisbol o fútbol americano jugado con las reglas del soccer. Muy a la americana: deporte aderezado de puro espectáculo. En ese sentido, el fútbol europeo, el tradicional, debe evolucionar y renovar su presentación en beneficio del espectador y de los patrocinadores. En Australia el balón redondo, pese a su progresión no es el número uno, pero busca ganarse al aficionado con aditivos. Empezando por el nombre del estadio donde ayer el Villarreal jugó y ganó su primer partido de la gira australiana --Coopers, una conocida marca de cerveza--, o invitar a un personaje conocido para lanzar la moneda en el sorteo de campos. Sorteo de honor, se podría denominar, que ayer correspondió a un importante bodeguero, dueño del equipo de fútbol de Sydney.

El Villarreal saltó al campo con el jet lag pegado al cuerpo. Pese a ello --y que los amarillos llevan ya casi tres semanas de vacaciones-- logró que los más de 10.000 aficionados disfrutaran con un fútbol más técnico y elaborado de lo habitual en Australia. Eso sí, a los amarillos continuó resistiéndosele el gol. Y a Gio aún más. Las principales ocasiones fueron del equipo de Marcelino y, sin embargo, el Adelaida se vio con un 2-0 a su favor casi nada más regresar del descanso, que en Australia se alarga hasta 20 ó 25 minutos para dar tiempo a los fans a avituallarse de fast food.

En el videomarcador, algo inusual en Europa, se repetían las jugadas y, sobre todo, los dos goles del Adelaida. Marcelino hizo cuatro cambios pero reservó a dos de sus mejores futbolistas para los 25 minutos finales: Vietto y Cheryshev. Y entre los dos la remontada fue vertiginosa ante el disgusto del pasional presidente del club local, Greg Griffin, cuando en el minuto 91 Gerard Moreno marcó el 2-3. Marcelino lo celebró a lo grande porque a este Villarreal no le gusta perder ni a las chapas. Cubierto el primer expediente a 20.000 kilómetros de casa. H