El Villarreal le hizo un Sergio Ramos en toda regla a la Real Sociedad en Anoeta. Un gol de Samu Castillejo en el minuto 94, ya sin tiempo para la reacción de los locales, sirvió para ahuyentar los miedos que atenazaban al Submarino después de la goleada europea sufrida ante la Roma tan solo tres días antes en el Estadio de la Cerámica. El cuarto árbitro levantó la pantalla electrónica señalando un 4, los minutos que estimaba como de prolongación del encuentro. Era todo un mundo, porque se podía poner en peligro un punto que era bueno para los amarillos, pero paradójicamente esa decisión fue talismán para el equipo de Fran Escribá.

El Villarreal comenzó el partido en Anoeta inmerso en una grave crisis de identidad, sumido en un manojo de nervios y con malas sensaciones. La primera parte fue un reflejo fiel de un estado de ánimo que era de todo menos positivo. Una hora después el Villarreal salió de Anoeta totalmente liberado del estado de ansiedad que le invadía y con un cambio radical en el aspecto emocional. Los propios fantasmas y los temores internos se quedaron en San Sebastián. Es la grandeza y la visceralidad de un deporte llamado fútbol. Y Escribá recuperó los mandos de la nave y logró frenar la caída siguiendo su manual, con la idea principal de recuperar la credibilidad defensiva y el ADN de equipo que distingue a los amarillos. De lo que nunca se había dudado era de la profesionalidad de este grupo de jugadores, que pueden jugar bien o mal, pero cuya actitud es incuestionable.

TRES CAMBIOS / Después de la hecatombe de la Europa League, había que rearmarse y recuperar la autoestima. Fran Escribá efectuó tres cambios con respecto al once que cayó goleado ante la Roma, con las entradas en el once de Cheryshev, Álvaro González y Adrián. El Villarreal volvió a mostrar dos caras muy diferentes dentro del mismo partido. El técnico amarillo apostó por un 4-4-2 pero con más tendencia defensiva y con la idea de buscar las espaldas a la Real Sociedad a la contra. La resaca europea pasó factura en cuanto a la pérdida de confianza y una cierta sensación de inseguridad en todos los jugadores del Villarreal. En lo positivo, el equipo retomó el orden defensivo, con las líneas más juntas y dejando muy pocos resquicios. La Real gozó de su primera gran ocasión a los dos minutos en un remate de cabeza de Raúl Navas. A partir de ese momento, los txuri urdin tuvieron más el balón, pero apenas inquietaron los dominios de Sergio Asenjo. Eso era la botella medio llena. La medio vacía indicaba que el Villarreal apenas trenzó tres pases seguidos, se mostró sin ideas para llegar al área rival cuando tenía la pelota, y su bagaje ofensivo fue nulo. Cero ocasiones en el primer tiempo, pero lo más grave es que también contabilizó cero llegadas.

El Submarino jugó con mucho respeto, dejándole el balón al rival. Los amarillos ni arañaban ni sufrían. El partido transcurría con muchas imprecisiones y poco ritmo, con el balón muy lejos de la zona de finalización. Poco fútbol y aburrido, algo impropio de dos de los mejores equipos de la presente Liga. La primera parte se hizo demasiado larga, pero lo positivo es que el Villarreal, sin estar, ni mucho menos, para descorchar champán, transmitía mejores sensaciones que tres días antes como equipo.

‘IN CRESCENDO’ / La segunda parte comenzó con el mismo guión con el que concluyó la primera. Sin embargo, el paso de los minutos fue el mejor calmante para los nervios de un Villarreal que se fue quitando su propios temores de encima y comenzó a generar más juego. De las pérdidas de balón en sitios clave y los fallos en el pase, el Submarino pasó a crearle problemas serios a la Real Sociedad. Un regalo de Rulli dejó el balón a Cédric Bakambu dentro del área y con toda la portería a disposición del delantero, pero el congoleño pecó de precipitación y perdonó al guardameta argentino con un disparo a la mediavuelta que se fue desviado. Luego, los donostiarras replicaron con un peligroso remate de Juanmi ante Asenjo.

Escribá reaccionó y reubicó a Adrián López en banda, mientras que dio entrada a Sansone para formar pareja atacante con Bakambu. Además, la presencia de Rodri, quien saltó después del descanso por Trigueros --con problemas físicos--, le dio más control del balón a los amarillos. El Villarreal recuperó su autoestima y empezó a ser el equipo pujante y ambicioso de la primera parte de la Liga. Y dispuso de una clarísima oportunidad para marcar en una acción con varios remates en el área realista, uno de los cuales salió de la cabeza de Bruno para irse a estrellar en el larguero. El rechace cayó a los pies de Musacchio, que no pudo afinar el punto de mira a escasos centímetros d la línea de gol.

La mejoría en ataque fue realmente notable, mientras que se mantenía la eficacia en la retaguardia, con el propio Musacchio y Álvaro González construyendo un muro infranqueable atrás. El Villarreal había renacido y la Real Sociedad sufría para aguantar las peligrosas contras de los jugadores de Escribá.

FE HASTA EL FINAL / Y en el último suspiro, una cabalgada de Jaume Costa, quien sacó un centro preciso sobre el área, fue rematado por Castillejo a la red. La Real sacó de centro y el partido concluyó. El Villarreal sumó tres puntos que tienen un valor doble, por lo que representan para la clasificación --se acerca a dos puntos de la quinta plaza que ostenta su rival de ayer-- y por el efecto balsámico para un equipo que necesitaba un triunfo así para recuperarse del duro golpe en la Europa League. El Villarreal logró levantarse... y ganar. Todo vuelve a la normalidad. Ayer un joven futbolista de 20 años como Rodri dio calma y pausa al Submarino. La Roma ya es solo una pesadilla.