El amor en los tiempos del cólera es el título de una novela de García Márquez. Y es que lo del amor y la fe se demuestra en los malos tiempos y, en esto del fútbol, en las malas rachas. No ha empezado bien el Villarreal, o como lo deseaba. La ilusión de la Champions se fue al rápidamente al traste.

La dura realidad de la competición ha golpeado fuerte y, por desgracia, con acierto en la ambición grogueta. Las razones, ya las saben. Todo un rosario de contratiempos que tienen sumido al equipo en una pretemporada futbolística y anímica para reforzar los argumentos del juego que alimenten el convencimiento.

Y con todo eso en la mochila, se estrenó el coqueto Madrigal en la Liga. Debut, nada más y menos, contra un hueso que suele atragantársele al Villarreal, el Sevilla. Los andaluces se dice que son un equipo ofensivo, y en eso ganaron los de Escribá, que tuvieron más y mejores ocasiones.

El Submarino va emergiendo poco a poco, paso a paso o, como dice el tópico, partido a partido. La recuperación de Bruno, el buen trabajo de Trigueros y las buenas sensaciones que transmitieron Sansone y Soriano son argumentos, junto al incremento de la intensidad, para creer.

Amor y fe en tiempos de marcadores difíciles. Dos sentimientos que se sintieron ayer con el entradón del Madrigal. Llega el parón, tiempo para la reflexión y para afinar un poco más las máquinas. H