Aprobado justito. Se selló el pase a octavos sin problemas, pero también sin alardes. El partido era una buena oportunidad para que los no habituales en la Liga reivindicaran que se puede echar mano de ellos cuando la ocasión lo requiera. Lo cierto es que Garrido tuvo que echar mano de dos de sus pesos pesados, Cani y Cazorla, para apuntalar un partido que llegaba al final con un apretado 1-0. Hombres como Oriol, Catalá, Montero, Mario o Ruben dieron un buen nivel. El resto de no habituales... muchas dudas.

A la vista del once con el que el Villarreal saltó anoche al Madrigal para medirse a su bestia negra particular en la Copa, uno puede extraer tres lecturas. La primera que Garrido es un técnico valiente, osado o muy atrevido. La segunda que posee plena confianza en esos jóvenes que le catapultaron, con un fútbol brillante y ambicioso en el filial, a ser el entrenador del primer equipo. La tercera, íntimamente ligada a la primera, que tocaba dar descanso a un plantel plagado de internacionales, que juegan con sus selecciones en una semana y que el sábado luchará por mantener el pulso a los grandes en el Camp Nou. Cada uno puede formular su propia teoría, pero lo cierto es que el Villarreal ha cosechado ridículos en la Copa con un equipo plagado de titulares. Posiblemente todo se reduce a actitud y concentración, más que de calidad o experiencia. En la alineación del Submarino figuraba prácticamente el once titular del Villarreal B que bordó el fútbol en 2ª A, al lado de Altidore y Gonzalo Rodríguez como capitán.

La actitud del Villarreal no dejaba dudas. Desde el primer momento ya se palpaba que no iba a ser una noche de sorpresas. Al Submarino solo le era necesario el plus diferencial que otros años le había faltado en la Copa, con el pecado que siempre pagan los equipos teóricamente superiores en esta competición del KO: confianza y relajación. El secreto era jugar igual ante un modesto club de 2ªB como el Poli que ante cualquier gallito de Primera, con respeto, pero con frescura. La motivación era el quid de la cuestión, porque cualquier jugador de la primera plantilla es infinitamente superior a otro del Poli.

1-0 y relajación // Se mantuvo un buen nivel de intensidad durante la primera parte. Y el gol llegó pronto con un remate certero de Montero. El fútbol del Villarreal no era brillante, pero por lo menos sí serio, tanto que el marcador no parecía peligrar tras el 1-1 de la ida. Pero el solitario gol de Jeff dejaba un halo de incertidumbre, alentado por la reciente historia en una Copa en la que nunca han pasado de cuartos.

La segunda parte fue soporífera. El Villarreal se acomodó, algo incomprensible en algunos jugadores que tienen que ganarse el puesto. Garrido tomó buena nota de la relajación que transmitieron algunos de los jugadores con etiqueta de suplente que con actuaciones como la de anoche no se quitarán nunca. El técnico se olvidó del Camp Nou y decidió castigar con el cambio. Cazorla y Cani salieron a poner orden y a transmitir más chispa, al margen de la obligada salida de Bruno por la lesión de Montero. Ni una sola ocasión de gol, hasta el minuto 90, se constituía como el pobre saldo del Villarreal ante el Poli Ejido en la segunda parte. Solo al final, una buena acción de Ruben fue culminada casi a placer por Altidore con un 2-0 muy justito, más por la imagen ofrecida tras el descanso que por la diferencia en el marcador. El Villarreal cumplió el expediente. Suficiente, pero el fondo de armario de Garrido quedó en entredicho. Por lo visto, algunos habituales suplentes sí demostraron que pueden contar. Otros, no tanto. H