La chirimoya es una fruta tropical muy delicada. Su origen se encuentra en los Andes peruanos y Ecuador. Los españoles la llamaron manjar blanco cuando la probaron al descubrir América y fueron ellos los que la introdujeron en Europa. En nuestro país encuentra una zona perfecta para su cultivo junto al mar Mediterráneo, en Granada, conocida como la costa tropical, donde tiene denominación de origen. Al comprarlas, no deben presentar imperfecciones en la piel. Para evitar que se pasen, conviene comprarlas un poco verdes y que maduren a temperatura ambiente en casa. Si el color de la cáscara ha pasado de verde oscuro a verde claro o verde-amarillento ya se pueden comer.

NUTRITIVA Y JUGOSA

Es una fruta dulce, sabrosa, jugosa y con muchas propiedades nutritivas. La chirimoya resulta deliciosa como fruta fresca. Para ello se corta la pieza por la parte superior o la mitad y se come la pulpa con una cucharilla, evitando las semillas. La pulpa de la chirimoya se ennegrece al contacto con el aire y para evitarlo basta con rociarla con zumo de lima o de limón. También se emplea como materia prima para la elaboración de mermeladas, batidos y helados, aunque se suele comer cruda. La chirimoya se puede considerar como una fruta agraciada desde un punto de vista dietético y nutricional. Es rica en fibra, lo que ayuda al buen tránsito intestinal y contribuye a reducir las tasas de colesterol. También es muy recomendable en dietas de adelgazamiento, por su efecto saciante y regulador del nivel de glucosa en sangre. No obstante, en estos casos es aconsejable tomar frutas de pequeño tamaño.