El haba, también llamada faba, habón o habichuela, pertenece a la familia de las leguminosas. Propia de Oriente Medio, se cultiva desde hace siglos en los distintos países mediterráneos.

La temporada del haba es relativamente corta, en los meses de primavera. La diferencia principal entre las habas tiernas y las secas son nutricionales, principalmente, las calorías que contienen las secas, ya que son más elevadas, ricas en carbohidratos y proteínas. En cambio, las tiernas y de temporada son mucho más ricas en vitaminas, fibra y tienen un aporte de 54 calorías por cada 100 gramos de alimento.

Además, las habas de temporada se conservan hasta una semana, sobre todo, si se guardan en el verdulero de la nevera o en un lugar fresco, seco y protegido de la luz y la humedad. Por su lado, las secas no requieren medidas especiales, más allá de un espacio fresco y, a la vez, seco.

Las habas toleran muy bien la congelación si, previamente, se han escaldado un minuto en agua con sal y, después, se enfrían rápidamente con agua helada también con sal. Una vez frías, se pueden congelar varios meses.

En cocina // Gastronómicamente, esta legumbre, depende de la técnica utilizada, puede desvirtuar su ligereza, ya que hay mucha costumbre de acompañarla en guisos con abundante jamón o beicon, así como ser muy generosos con el aceite al prepararlas. Esto hace que las habas sean más calóricas y más difíciles de digerir.

Cuando se adquieren en los mercados municipales hay que tener en cuenta que las vainas de las habas deben estar turgentes y crujientes, con un color verde brillante. Si al doblarlas no se rompen, es señal de que no están frescas. Además, las semillas frescas se identifican por su color verde pálido o blanco cremoso.