Las altas temperaturas hacen que el helado sea una buena opción para alimentarse y refrescarse. Es, sin duda, un producto que no debe faltar en nuestra dieta veraniega por ser apetitoso y fácil de tomar de digerir. Hay helados para todos los gustos: dulces, salados, con infinidad de sabores, colores, ingredientes exóticos y combinaciones imposibles. Según su composición se clasifican en cuatro tipos: los preparados con crema o nata, leche y grasa animal o vegetal, los elaborados con zumo, agua, (sorbetes y granizados), postres helados (tartas y pasteles) y los especiales, preparados para personas con intolerancias, diabetes o que siguen dietas bajas en calorías.

CUALIDADES // El helado contiene una mezcla de alimentos que no deben faltar en una dieta equilibrada (leche, yogur, frutas y frutos secos, etc.). El helado de calidad debe ser cremoso con unos 10 gramos de grasa por cada 100 de helado, a diferencia de los de leche, que contienen unos 6.

El valor nutricional depende de sus componentes, como cantidad de agua (que varía entre el 85%-90% en granizados y sorbetes, y 50%-60% en los de crema o leche entera o desnatada), mantequilla, nata, grasas vegetales, azúcar o sacarosa, jarabe de glucosa, frutos secos, zumos, frutas frescas o en almíbar, pralines, yema de huevo, chocolate, turrón, galletas, bizcochos, etc. Los helados no siempre son una simple golosina o refresco, también son postres deliciosos y nutritivos.

A la hora de comprarlos hay que comprobar que el envase esté integro, sin roturas ni abombamientos de la tapa, y cogerlos en el último momento antes de ir a casa. Se deben transportar en bolsa isotérmica para no alterar la cadena de frío y una vez en destino hay que colocarlos rápidamente en el congelador.

En los mercados municipales hay helados artesanos y singulares de gran calidad.