El kiwi es un fruto exótico que proviene principalmente de China, Nueva Zelanda, Brasil, Italia y Chile. A España llegó hace pocas décadas y se cultiva principalmente en Galicia.

Es una fruta a la que le gusta el frío y la humedad. Madura en invierno, llega al mercado a final de octubre y se recolecta hasta mayo. Los que llegan de Nueva Zelanda pueden consumirse de mayo a noviembre, así que es una fruta disponible todo el año. Cuando la adquiramos en los mercados municipales debemos elegir kiwis intactos y sin manchas, y desechar aquellos muy blandos o dañados. Son buenos tanto grandes como pequeños. Si los conservamos a temperatura ambiente, aguantan unos 15 días; en la nevera más de un mes (en el compartimento de la fruta). Y admiten congelación. Como maduran lentamente, podemos introducirlos en bolsas con manzanas y peras, y alcanzarán su estado más ideal en unos 8 ó 10 días.

El kiwi se degusta habitualmente como fruta fresca. Se parte por la mitad y se come con cucharilla o pelado. Es rico en ensaladas, macedonias, como acompañante de queso fresco o con yogur. De él se elaboran mermeladas, sorbetes, granizados, helados, bebidas y productos de repostería. Cocinado o rehogado con mantequilla, es ideal para elaborar salsas para platos de carne.

Además, es muy rico en vitamina C y ácido fólico. Su contenido en fibra mejora el estreñimiento y reduce el colesterol. Por su poder saciante es ideal para personas que estén a dieta. Tiene mucho potasio y es bajo en sodio, así que es muy recomendable para todos los deportistas.

Hay una variedad llamada dorada o Gold que es el resultado de un cruce de plantas: es similar al de pulpa verde, pero más largo. Su pulpa es suave, de color dorada o amarillenta y tiene unas pequeñas semillas rojas y negras comestibles. Se diferencia del kiwi de pulpa verde por ser más dulce y exótico con sabores que nos recuerdan al melón y al albaricoque, y suaves toques cítricos. H