El nabo es una hortaliza que crece bien en climas fríos. Es de la misma familia que las coles y berros y contiene potentes antioxidantes que ayudan a prevenir enfermedades.

Los nabos son ingrediente esencial del cocido madrileño y del cocido valenciano de fessols i naps. Las hojas o grelos son típicos de la cocina gallega. El nabo es originario de Centroeuropa o Asia central. Hace cuatro milenios que se cultivó por primera vez y fue muy apreciado por griegos y romanos. Durante la Edad Media, se consolidó como uno de los alimentos más importantes. Se consumió a diario en Alemania hasta el descubrimiento de la patata. A partir de la Revolución Francesa se cultivaron más patatas y menos nabos hasta convertirse en un alimento casi olvidado. Actualmente es poco apreciado y su cultivo se ha extendido a todo el mundo como alimento para ganado. Se cultiva especialmente en Alemania, sur de Europa y sur de Estados Unidos. No obstante, la raíz y las hojas (grelos) están volviendo a cobrar protagonismo.

El nabo es una hortaliza de bajo aporte calórico, rica en agua, fibra, minerales y vitaminas y con pocos hidratos de carbono.

En los mercados municipales, elegiremos los de tamaño pequeño o mediano, de piel lisa, redondeados, firmes y de color blanco a violeta. Rechazaremos los de tamaño grande, con marcas en la piel o que presenten raíces fibrosas. En casa, conviene eliminar las hojas. Se conservan unas tres semanas en bolsas de plástico perforadas en el frigorífico. No lavar los nabos hasta el momento de su consumo para evitar pérdidas nutritivas. Se pueden conservar congelados, escaldados en agua un par de minutos.