Para cocineros y gastrónomos, el otoño, pese a su climatología, es una estación apasionante. La cocina es más sabrosa, con una gran variedad de productos y formas de comer, siendo una época de cocina reposada, platos de cuchara y salsas cremosas.

Los mercados se llenan de productos muy esperados y deseados para los amantes de los platos de la cocina otoñal. Hoy en día se puede decir que no hay estaciones para los mercados de abastos, la facilidad y rapidez de los medios de transportes, la tecnología y los cultivos bajo plástico hacen que algunos productos pierdan el encanto de la estacionalidad, cosa que no pasa con el otoño, que surte nuestras despensas con muchas joyas como setas, las primeras trufas negras están muy cercanas, frutos secos, alimentos de la caza y frutas silvestres que llegan a nuestra mesa desde los bosques y montañas.

De nuestras lonjas llegan pescados y mariscos después del periodo de veda, las primeras doradas, lubinas, besugos, rodaballos, salmonetes, pez espada, calamares langostinos, langostas, gambas y muchas otras delicias procedentes del mar Mediterráneo.

En los puestos de frutas y verduras nos esperan las deliciosas alcachofas de Benicarló, patatas nuevas, golosos boniatos, calabazas, lombardas y repollos. También los primeros cítricos de nuestra tierra, especialmente las mandarinas, membrillos, higos, peras, uvas, manzanas, granadas, chirimoyas y otros frutos de nuestro entorno poco conocidos o casi olvidados y que solo aquí podemos ver, níspolas, lidones, madroños, arañones o endrinas, para elaborar pacharán, moras e higos chumbos. También los primeros frutos secos de nuestras comarcas llegan al mercado: almendras, avellanas y nueces son clásicas de la temporada, estando muy cerca las primeras castañas.

Así, el otoño es una época muy rica para elaborar grandes platos en nuestras casas.