La Comisión Europea aspira a reducir un 30% el consumo energético para el año 2030 -especialmente por medio de la eficiencia en los edificios- y con este objetivo en mente ha adoptado un nuevo paquete legislativo que incluye la revisión de las reglas sobre energías renovables para fomentar el autoconsumo, del mercado de la electricidad para abaratar el precio de la luz y una batería de propuestas que los ecologistas consideran insuficientes para hacer realidad los compromisos asumidos en la cumbre del clima de París.

Según alertan grupos como Ecologistas en acción o Greenpeace, la nueva hoja de ruta de la energía, que debe ser validada todavía por Consejo y Eurocámara, seguirá permitiendo subsidios encubiertos a combustibles fósiles como el carbón, por medio de los llamados mecanismos de capacidad que garantizan el suministro cuando hay picos en la demanda, y no muestra la suficiente ambición en materia de ahorro energético que debería situarse en un 40%.

El Ejecutivo comunitario se defiende e insiste en que el nuevo marco regulatorio es "una transformación importante" y la base de la transición hacia una energía más limpia, al tiempo que impulsa el crecimiento y el empleo. “Los mecanismos de capacidad no se van a utilizar como subsidio para combustibles contaminantes por la puerta de atrás. Es un paquete completo y repleto de medidas ambiciosas que nos permitirán cumplir con los objetivos de París”, asegura el comisario de clima y energía, Miguel Arias Cañete, que también cierra filas entorno al objetivo del 30% de ahorro. “Puedes poner lo que quieras sobre el papel pero si no lo puedes aplicar no significa nada”, advierte.

Una de las patas del sistema se basa en el fomento de las energías renovables. Aunque Bruselas no ha modificado el objetivo de que el 27% de la energía producida para 2030 proceda de fuentes como el sol o el viento sí aspira elevar ese porcentaje y a librarse para 2050 completamente del carbón. Para ello, propone un marco regulatorio que de más seguridad a los inversores para poner coto a la caída de las inversiones -a la mitad desde 2011- y reconocen el derecho de los consumidores a generar, almacenar y vender su propia electricidad sin restricciones indebidas y a cambio de un precio justo. Bruselas abre la puerta, no obstante, a imponer tasas al autoconsumo aunque exigirá que sean transparentes.

La iniciativa también incluye propuestas para simplificar la factura de la luz, que la información que reciban los consumidores sea más clara, facilitar el cambio de distribuidor así como precios de la electricidad basados en el mercado.