La economía de Rusia no inspira confianza entre los inversores extranjeros, máxime cuando se esperan en breve nuevas sanciones por parte de EEUU en respuesta a la injerencia rusa en las últimas elecciones presidenciales norteamericanas. Durante el 2017, los imponentes foráneos han retirado del mercado ruso más de 900 millones de dólares, convirtiéndose en el farolillo rojo de los llamados países 'emergentes', según ha publicado el rotativo 'Kommersant'.

Se trata del "peor año" desde la imposición, en el 2014, de sanciones internacionales a Rusia a raíz de la anexión de la península de Crimea y de su papel en la guerra en el este de Ucrania, valora el mismo rotativo. La retirada, además, se ha acentuado en diciembre y especialmente en la semana previa al Año Nuevo, con 126 millones de dólares. Durante el último mes del pasado ejercicio, al menos 161 millones de dólares detentados por extranjeros han optado por salir de la Federación Rusia y buscar destinos más predecibles.

SIN COMPARACIÓN

Estos números no resisten comparación con los de las economías de los países en desarrollo con los que Rusia comparte el acrónimo de los BRICS. La India, Brasil y China, por ejemplo, han contabilizado la entrada de inversiones millonarias en sus economías mientras que en el país de Vladímir Putin éstas decrecían.

"La retirada de las inversiones de los fondos rusos está relacionada con la posibilidad de invertir (estos recursos financieros) en activos más rentables en otras partes del mundo", ha destacado Yevgueni Linchik, director de la asesoría Sberbank Managment Asset. Pero sobre todo, la circunstancia que está pesando en mayor medida en el ánimo de los inversores extranjers es la perspectiva de nuevas sanciones por parte de EEUU durante el mes próximo.

Todo apunta a que en febrero, la Administración norteamericana endurecerá el castigo contra la economía rusa e incluirá en la lista de personalidades sancionadas a hombres de negocios con vínculos con el Kremlin, lo que, en resumidas cuentas, incrementa los riesgos que genera la economía rusa y acentúa la desconfianza hacia ella. La medida, según adelanta Bank of America Merryll Linch, muy probablemente provocará una nueva depreciación del rublo, generando a su vez una espiral inflacionista que sufrirá el ciudadano de a pie.

La relativa recuperación de los precios del petróleo -en un año el barril de Brent ha pasado de costar alrededor de 56 dólares a más de 70 dólares- permitirá a Rusia acabar el ejercicio del 2016 con tasas positivas de crecimiento del PIB -de alrededor del 1,5%- por vez primera desde el 2014. Eso sí, no logrará contrarrestar la negativa influencia de la desinversión extranjera en las perspectivas económicas, con los marcadores bursátiles como prueba fehaciente. El índice RTS, denominado en dólares, ha perdido desde el arranque del año un 1,4% de su valor, convirtiéndose en uno de los de peor comportamiento de los países en desarrollo con excepción de los situados en Oriente Próximo.