Los mercados bursátiles de todo el mundo fueron golpeados ayer con dureza ante el temor renovado a un parón en la segunda economía mundial, la de China. Sin haberse repuesto del batacazo de la semana pasada, cuando el Gobierno chino devaluó por sopresa el yuan, los inversores se enfrentaron ayer a un dato pésimo sobre la industria china: la actividad del sector manufacturero ha registrado en agosto el peor dato en seis años tras llevar seis meses instalada en números rojos.

En concreto, ayer se conoció que el índice de compras industriales PMI, que elabora la revista financiera China Caixin, se situó en agosto en 47,1 puntos. Un resultado del indicador PMI por debajo de 50 puntos supone contracción de la actividad industrial, mientras que una lectura superior implica expansión. «La caída del índice PMI indica que la economía aún está en el proceso de tocar fondo», admitió He Fan, economista jefe de Caixin y uno de los responsables de elaborar el indicador.

«La incertidumbre sobre el crecimiento de China es ahora la mayor preocupación de los mercados», según Tim Condon, economista de ING Group en Singapur. «Los datos de hoy (por ayer) refuerzan las dudas sobre el crecimiento global», añadió, informa Reuters. Para los analistas de Barclays, el dato sobre la industria china, peor de lo esperado, «ha hundido las bolsas y las monedas de todo el mundo a pesar de las buenas noticias sobre la economía de Estados Unidos».

SI LA LOCOMOTORA SE PARA

Un parón en la industria china implica el frenazo en el principal consumidor del mundo de materias primas como el petróleo. Y un pinchazo en la segunda economía del mundo conlleva, además, el riesgo de colapso en sus compras de bienes producidos en las economías desarrolladas del mundo (EEUU, Europa y Japón).

Además existen dudas entre los inversores sobre la capacidad del Gobierno de Pekín de manejar la situación para evitar otro colapso bursátil, como el que se vivió a principios de julio cuando la caída del 30% acumulada en la bolsa en un mes obligó al Ejectuvo a intervenir en el mercado con compras.

Por todo esto, el mal dato sobre la industria china provocó inmediatamente el nerviosismo en los inversores de todo el mundo, que se lanzaron a vender activos. Ello provocó el hundimiento de las bolsas en todo el mundo. Todo ello en un mes, el de agosto, en el que el menor volumen de transacciones es capaz de convertir cualquier oleaje en marejada, cuando no en tsunami. En Europa, además, se impuso la incertidumbre política por la dimisión del primer ministro, Alexis Tsipras.

Así, en España el Ibex 35 cosechó un descenso del 2,98%, la mayor caída desde la implantación del corralito griego en julio. Tras acumular una pérdida semanal del 5,58% y dejarse el 8,11% de su capitalización en dos semanas, la bolsa española incurrió ayer en pérdidas anuales.

El índice selectivo bursátil europeo, el Eurostoxx 50 anotó un retroceso del 3,17% que eleva al 10,7% las pérdidas de las dos últimas semanas. El Dax alemán, donde cotizan grandes exportadoras al mercado chino, perdió ayer el 2,95% (casi el 12% de caída en dos semanas). En Nueva York, el Dow Jones abrió ayer con caídas cercanas al 2%.

Antes que todo esto, la sacudida se había producido en los mercados asiáticos. La bolsas chinas cayeron más del 4% y la de Shanghái cerró con una pérdida semanal del 12%. Hong Kong anotó la mayor caída semanal de cuatro años.

En Japón, la bolsa de Tokio se dejó el 2,98% de su valor en la segunda mayor caída del año.

Muchos de los inversores que ayer huyeron de la bolsa se refugiaron en valores como el oro y los bonos. La cotización del oro subió el 1% y el bono alemán se apreció ligeramente.

Los precios del petróleo, por su parte, acentuaron ayer su caída ante el temor a un descenso de la demanda china de crudo. Este mercado cerró ayer ocho semanas consecutivas de descensos que han acumulado la mayor pérdida de precio desde el año 1986.