La firma estadounidense Uber ha desatado una lucha interna en Europa. El reto de la economía colaborativa abrió este martes el eterno conflicto entre la economía de mercado y la tutela del Estado, la izquierda y la derecha, el servicio público y la competencia. La firma del transporte privado compartido Uber y sus defensores intentaron convencer al Tribunal de Luxemburgo, la más alta esfera de la Justicia en la Unión Europea, de que es una empresa de servicios del entorno digital y no una firma intermediaria de servicios de transporte. El asunto no es en absoluto trivial pese que para muchos casi roza lo evidente. De ese reconocimiento dependerá que las empresas de internet tengan un tratamiento legal distinto que las compañías convencionales del taxi. El veredicto final se conocerá en seis meses.

La Comisión Europea rompió este martes su neutralidad y se mostró en contra de las tesis de Uber. Bajo la excusa de dar una «opinión legal» a los 15 jueces que deben dictar sentencia, la portavoz de Industria y Mercado Interior, Lucía Caudet afirmó: «Los servicios de Uber en España no solo constituyen un servicio de la sociedad de la información».

«Uber contribuye a vincular a los conductores y pasajeros de manera más eficiente», defendió el abogado de Uber, Cani Fernández, para defender a la firma participada entre otros por Goldman Sachs y GV. La tesis fue defendida por la Asociación Europea de Libre Comercio. «Si ya existe un servicio de transporte en funcionamiento, una empresa no debe poder esconderse tras el velo de un servicio que dice diferente», afirmó la abogada Montse Balaguer, defensora de los taxistas.

El sindicato del taxi Élite Taxi abrió la caja de los truenos hace tres años con su denuncia y ahora el enfrentamiento es visible entre países y entre dos concepciones económicas irreconciliables. España, Francia, Irlanda y la Comisión Europea defienden la regulación del sector y que Uber no sea una excepción a la norma. Holanda, donde tiene la sede europea Uber, y Estonia, por ejemplo, apoyaron las tesis de Uber. La izquierda europea insta a la reglamentación de los servicios públicos, la derecha justifica sus principios básicos sobre el libre mercado y coquetea con los intereses de la multinacional del coche compartido.

La estrategia de Uber llega en unos momentos en los que la Comisión Europea está tratando de impulsar el comercio electrónico como elemento clave para la revitalización económica. Pese a ello, no quiere ceder mercados a la iniciativa privada. La UE es consciente de que se encuentra por detrás de Asia y de Estados Unidos en muchos aspectos relacionados con el comercio en internet y que es necesario aplicar medidas. Uber desea aprovechar ese marco normativo más laxo para defender su papel como un modelo de empresa que canaliza la acción de los usuarios en beneficio propio.

"Para dar un servicio de calidad debe haber una regulación estricta, no puede ser que los precios fluctúen en función de la demanda, de si llueve o no", explica Alberto Álvarez, portavoz de Élite Taxi. La investigación realizada por este colectivo constató que Uber centralizaba servicios de alquiler de vehículos con conductor sin seguro de responsabilidad civil, en ocasiones extranjeros y con precios oscilantes. El sindicato siempre ha denunciado también la opacidad fiscal de las actividades de Uber. Álvarez reconoce que existe una gran "desconfianza" ante lo que pueda decidirse en el Tribunal de la UE, ya que Uber ya es un gigante con un valor en bolsa de 40.000 millones de euros y muchos países como Holanda se han plegado a sus intereses.

EMBRIÓN DE UN CAMBIO

La aplicación de taxis Uber, nacida en Estados Unidos y lanzada hace cinco años en Europa, se ha enfrentado a una fuerte oposición de las compañías regulares de taxis y algunas autoridades locales, que temen que sea el embrión de una competencia descontrolada, al no estar sujeta a las normas locales de licencias y de seguridad.

Uber tuvo que sentarse en el banquillo después de que la asociación profesional de taxistas Élite Taxi Barcelona denunciara en el 2014 que estaba ejecutando un servicio ilegal de taxis. Uber dice que es una plataforma digital que conecta a los conductores dispuestos con los clientes, y no un servicio de transporte. El juez español que lleva el caso solicitó en su día la posición del Tribunal de Justicia de la Unión Europea con sede en Luxemburgo sobre el asunto.

Un fallo que caracterizase a Uber como un servicio de transporte podría exponerlo a reglas más estrictas sobre licencias, seguros y seguridad en toda Europa, con posibles efectos indirectos en otras empresas emergentes como la compañía de alquiler de casas online Airbnb. En caso contrario, entender que Uber es solo un servicio de web, responsabilizaría a los usuarios de sus actividades, algo difícil de controlar en la práctica.

LA NUEVA ECONOMÍA COLABORATIVA

Los servicios de economía colaborativa como Uber conllevan muchas veces "la pérdida de los derechos conquistados a costa de mucha sangre a lo largo de los siglos XIX y XX", afirmaba recientemente el filósofo y ensayista español Vicente Serrano, porque desaparecen los sistemas de protección y las garantías. La economía colaborativa supone en la práctica que el consumidor es también parte de la cadena productiva sin recibir un salario a cambio. BlaBlaCar, Airbnb o Uber, por ejemplo, son un ejemplo claro. Pero también lo son empresas como Facebook que ofrece un servicio gratis para el usuario pero es la participación de estos en los contenidos lo que le da sentido como empresa. La red social de Marck Zuckerberg ganó 7.000 millones de dólares en publicidad gracias a la colaboración altruista de sus miembros.

La consulta del juez español se remonta a julio del 2015 y llega ahora, 16 meses después, a Luxemburgo. La opinión pública europea parece favorable a la economía colaborativa y una sentencia favorable a Uber cambiaría el panorama empresarial europeo. La Comisión Europea ya reconoció hace unos meses que las trabas a las webs de servicios colaborativos entre usuarios "puede obstaculizar la innovación, la creación de empleo y el crecimiento". Pero de aceptarse los planteamientos de Uber, muchas profesiones cambiarían irremediablemente.