El mundo del toro mueve en la provincia más de 35 millones al año. Y ello si se tiene en cuenta únicamente los gastos que supone la fiesta, sin contar todo el movimiento económico que genera a su alrededor, muy difícil de cuantificar pero de enorme repercusión para las economías de las localidades castellonenses.

A falta de la memoria de la Conselleria de Gobernación del año pasado, que previsiblemente aportará cifras mayores, en el 2013 los ‘bous al carrer’ supusieron, únicamente en lo que respecta a la inversión para realizar los festejos (la provincia contó con 3.486, según la Conselleria) 26,4 millones de euros. El grueso se lo lleva la compra y alquiler de reses para las exhibiciones, pero otros gastos vinculados a la fiesta son ineludibles: la instalación de barreras y ‘cadafals’ (en muchos casos alquilados), su transporte, el seguro del recinto, la certificación del mismo, los servicios médicos obligatorios... incluso en algunos casos los emboladores o encargados de que todo salga perfecto en las exhibiciones.

Sin duda, todo ello es un gasto importante, pero no refleja el impacto económico que supone la fiesta en los 129 municipios que celebran actos taurinos (solo seis no los realizan). Tanto es así que un estudio económico de la Cámara estima que la Fira d’Onda tiene una repercusión en las empresas y comercios de la localidad de más de tres millones de euros.

El concejal de Hacienda y Fiestas de les Alqueries, Javier Muñoz, vinculado a este mundillo, destaca que la localidad, para las fiestas de octubre (en las que hay toros), cuenta con más de 60 peñas “y cada una gasta”. “La mía, que es pequeña manejará unos 7.000 u 8.000 euros”.

dinero de fuera // A ello hay que sumar la visita de los aficionados llegados de otras latitudes. “El día del encierro --afirma-- vienen por lo menos 4.000 personas”. Por eso, “si preguntas a los bares, prefieren los toros a la mejor orquesta de España”, afirma. “Si quitásemos los toros, la economía del pueblo se resentiría una barbaridad”, concluye. También el ganadero y empresario Jesús Domínguez defiende que los toros “mueven muchos millones de euros, más de los que la gente imagina y además da trabajo a gente, hay gastos...”. Él calcula un coste de 6.000 euros por exhibición y de 18.000 para una embolada.

Estos toros provienen fundamentalmente de las más de 50 ganaderías que existen en el territorio castellonense, detallan desde estas mismas instalaciones. La compra de los toros (a una media de unos 3.500 euros) y el alquiler de las vacas (800 euros al día) sirve para sufragar el mantenimiento de las instalaciones, a razón de algo más de un euro diario por vaca y que puede llegar a 3 para un toro llegado de una ganadería foránea. Y eso solo contando los gastos diarios: pienso, agua, gasóleo, veterinario,... Sin hacer referencia al mantenimiento de las instalaciones o a la compra de los toros, en el caso de los centros de concentración, más conocidos como cebaderos.

El cuadro lo completan las corridas que se celebran en la provincia. Los empresarios realizan cada año una inversión notable, en torno a 1,4 millones con las corridas de la Magdalena, Vinaròs, Vall d’Alba y Orpesa. El caché de los toreros es el principal gasto, pero, como muestra, solo el alquiler de la plaza de Castellón ronda los 180.000 euros anuales y en ella trabaja un centenar de personas. Esto tiene una repercusión en la capital de la Plana. Restaurantes, bares y hoteles notan esos días la llegada de las cuadrillas y aficionados foráneos y de los propios vecinos generando una actividad muchas veces olvidada. H