Este domingo, 22 de octubre, celebramos con toda la Iglesia católica la Jornada Mundial de las Misiones, el día del Domund. Cada año, esta jornada es una ocasión privilegiada para que todos los integrantes del pueblo de Dios tomemos conciencia de la permanente validez del mandato misionero de Jesús de hacer discípulos suyos a todos los pueblos (cf. Mt 28, 19). Aún son muchos los que no conocen a Jesucristo. El mandato y el compromiso misioneros valen para todos los bautizados; la misión atañe a todos y cada uno de los cristianos, a nuestra Iglesia, a las parroquias, y a las comunidades, movimientos y asociaciones eclesiales. Todos los miembros de la Iglesia estamos llamados a participar en la misión que el Señor nos ha confiado. La Iglesia es misionera por naturaleza.

Ante un mundo confundido por tantas ilusiones, herido por grandes frustraciones y desgarrado por numerosas guerras fratricidas, hemos de seguir anunciando el Evangelio de Cristo, camino, verdad y vida. Nuestra misión como cristianos y como Iglesia se funda en la fuerza transformadora del Evangelio. Nuestra misión no es propagar una ideología religiosa. La misión de la Iglesia es anunciar y ofrecer a Jesucristo y el Evangelio.

La misión de la Iglesia y la misión de todo cristiano es llevar al encuentro personal y transformador con Jesucristo vivo. A través de nuestra misión, Jesucristo mismo sigue evangelizando, saliendo al encuentro, actuando y salvando.

«Sé valiente, la misión te espera», es el lema del Domund de este año. A cada uno de nosotros, por el bautismo, se nos ha confiado la misión de ser misioneros valientes de Jesucristo en medio de nuestra vida. Ser valiente significa salir de nuestra comodidad para encontrarnos con el otro y llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio. Redoblemos, pues, nuestro compromiso con la misión y las misiones.

*Obispo de Segorbe-Castellón