Desde hacía varios meses, las portadas de los periódicos y los informativos nos repetían los mismos titulares. Parece que Estados Unidos ha vivido sumergido en un antagonismo entre Donald Trump y Hillary Clinton, entre lo desconocido y la continuidad. La imagen que tenemos de los dos candidatos es más mediática que política. La opinión que podemos tener de Trump es la de un candidato que ha intentado deslegitimar las elecciones y a los periodistas; que desprecia a las mujeres y a los latinos. Este último punto, retomado con vehemencia a lo largo de la campaña por Clinton para ganar puntos. Pero nos olvidamos lo más importante. ¿Podíamos debatir sobre las ventajas e inconvenientes de los programas electorales de cada candidato? ¿Teníamos conocimientos profundos de lo que proponían? ¿Nos habíamos preguntado cuál sería el futuro de EEUU si ganaba uno u otro? ¿No hubiera sido más responsable vivir el presente y enfocar estas elecciones desde un punto de vista económico, social y político, y no como un miedo al futuro?

Las acciones del pasado martes tendrán repercusión, pero el futuro se forja con las obligaciones de hoy y no con los temores del mañana. Después de una larga espera con encuestas pocos acertadas, Donald Trump ha sido elegido presidente. Se acabó la hora de las lamentaciones. Ahora toca reflexionar sobre las consecuencias de su victoria para Europa, ya que nosotros también nos jugábamos mucho en esas elecciones. H

Sandra Gutiérrez