Los accidentes, las emergencias, los desastres y las situaciones de crisis en general han sido una constante a lo largo de la historia y han afectado de forma indiscriminada a diferentes lugares y grupos de población. Sin embargo, hay factores que contribuyen a que el impacto de un suceso potencialmente traumático afecte más o menos a las personas. Entre estos factores de vulnerabilidad destacan la pobreza, las deficientes infraestructuras, los escasos mecanismos de coordinación entre profesionales y administraciones, la falta de prevención y preparación de la población civil… En este contexto, hace 10 años, la vida académica me dio la oportunidad de tomar conciencia personal de la importancia de atender, no solo la salud física de las personas afectadas, sino también los aspectos psicosociales que se ven mermados por la exposición a una crisis que se agrava por los factores referidos. Fue en noviembre del 2007 cuando tuve el honor (acompañado de una absoluta sensación de vértigo) de ser nombrada directora académica de la Oficina de Cooperació al Desenvolupament i Solidaritat de la UJI. Fue entonces cuando conocí la labor que estaba realizando el Observatorio Psicosocial de Recursos en Situaciones de Desastre --OPSIDE--, área de trabajo especializada del servicio del que acababa de ser nombrada directora, cuyo impulso correspondía a una joven psicóloga, que por aquel entonces estaba acabando su tesis doctoral, y cuyo ritmo de trabajo e ilusión marcó la pauta de mi actividad de gestión. Me refiero a Mónica García Renedo (DEP), quien desde donde está nos sigue inspirando a toda la familia que conforma la OCDS.

De Mónica y, en la actualidad, de Mar Valero, especialista de primer orden en la materia, técnica de la OCDS que hace posible que el camino iniciado en el OPSIDE todavía tenga mucho por recorrer, he seguido aprendiendo e intentado contribuir, desde mi cargo de gestión, a favorecer todas aquellas acciones que desde la universidad dan a conocer que la atención a las necesidades psicológicas de las personas que se encuentran en un contexto de desastre contribuye al mejor afrontamiento de la situación, así como a facilitar la recuperación de la capacidad de enfrentar los hechos y sus consecuencias.

En la actualidad, el OPSIDE centra parte de su trabajo en aplicación y gestión de acciones de promoción de la resiliencia en diferentes zonas de Colombia en estrecha colaboración con la Universidad de Antioquia. En particular, las actividades se realizan con poblaciones afectadas tanto por el desplazamiento forzado como por las situaciones vividas en el contexto de conflicto armado que durante décadas ha asolado la convivencia colombiana. En concreto, esta colaboración, se ha concretado en el fortalecimiento y la asistencia técnica en procesos de intervención psicosocial con comunidades afectadas por la violencia, así como por el asesoramiento personalizado ofrecido por los dos observatorios que se integran como áreas de trabajo de la OCDS, el Observatorio Psicosocial de Recursos en Situaciones de Desastre (OPSIDE) y del Observatorio Permanente de la Inmigración (OPI-UJI). La pauta de trabajo en las acciones realizadas es tratar de desterrar el acercamiento en la atención psicosocial en desastres desde el punto de vista del trauma, que considera que los afectados son sujetos pasivos que no presentan ningún tipo de capacidad ni habilidad para enfrentarse a lo ocurrido y que así se sienten inmersos en emociones negativas que les impiden considerar la posibilidad de salir de la situación traumática, afrontar los hechos y superar lo ocurrido, de suerte que las personas afectadas precisarán atención psiquiátrica o psicológica puesto que muy probablemente desarrollarán algún trastorno mental derivado de la exposición a un suceso traumático. Por el contrario, si bien ha sido fundamental la introducción de la atención psicosocial en la respuesta a situaciones de desastre, desde el OPSIDE tratamos de acercarnos a los afectados a partir de la conceptualización de la superación de sucesos traumáticos ofrecida por la psicología positiva, desterrando la idea apriorística de sufrimiento seguro de trastornos, síntomas patológicos o daños psicológicos severos.

Han sido muchas las personas y las instituciones que han sumado esfuerzos y apoyo institucional y personal a la construcción de lo que hoy es el OPSIDE y su observatorio socio, el OPI-UJI, profesorado y personal de administración y servicios de la UJI y de otras universidades españolas y extranjeras, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo del MAEC, la Dirección General de Cooperación de la GVA, Protección Civil, Diputación de Castellón… Y, sobre todo, el personal UJI que ha pasado por la OCDS durante estos diez años (Mª José, Lidón, Natacha, Amparo, Blanca, Carmina), los que están (Embarka, Alicia, María, Vicente, David y Mar), los que nos han dejado pero siguen estando (Mónica), y las dos vicerrectoras con quien he aprendido más de lo que hubiera podido imaginar (Eva e Inma), todas estas personas han hecho que esta directora académica de la OCDS tenga una deuda de gratitud por la oportunidad de haber trabajado, aprendido, compartido y lo mejor, vivido, lo que creo que debe vivir un profesor universitario con vocación de servicio público: la experiencia de la gestión universitaria.

*Directora Académica de la Oficina de Cooperació al Desenvolupament i Solidaritat