Desde el fenómeno de Ocho apellidos vascos, el cine español ha comenzado a dar síntomas de una conexión cada vez más consolidada con sus espectadores. Después de los años de incertidumbre económica, agravada por la indeterminación de la política cultural del gobierno y la pesada losa de un IVA descabellado, se detectan síntomas de que las salas comienzan a llenarse de un público que busca la familiaridad del cine español. En este sentido, las sinergias con la televisión resultan determinantes para entender este retorno del público y, en la estructura de la industria del cine español actual, no es secundario el peso de dos compañías mediáticas: Atresmedia o de Tele5 (las televisiones públicas no pasan precisamente por su mejor momento).

En esta relación entre el cine industrial y la televisión se forjan, por ejemplo, el repertorio de actores y actrices que saltan de la pequeña a la gran pantalla y viceversa, convirtiéndose en reclamos esenciales del nuevo estrellato caracterizados por su extraordinaria ubicuidad. Pero también se exploran fórmulas narrativas o de puesta en imágenes que dialogan en la busca de elaborar de un modo diferente los clichés de los distintos géneros.

El espectador que este año se ha aproximado a El niño, por ejemplo, no ha dejado de pensar de manera inmediata en la relación con una serie como El príncipe. Ambas producciones están vinculadas a Tele 5 y a su diseño de producción. Del mismo modo, otra de las películas del año, La isla mínima, ha coincidido en su búsqueda de fórmulas atmosféricas y narrativas del cine policíaco con True Detective. En definitiva, en muchas de las películas que han conseguido triunfar entre el público se observa la combinación de fórmulas genéricas renovadas con las potencialidades de las nuevas tecnologías mediadas por la multiplicidad de pantallas. Al fin y al cabo, esta sinergia cine-televisión de la que hablamos se multiplica por los nuevos canales de acceso digital y las multipantallas que nos rodean.

Junto con estos fenómenos industriales, un cine de autor, de bajo presupuesto, independiente y muchas veces socialmente comprometido encuentra también un espacio cada vez más consolidado en estos canales de difusión alternativos e intermedia. No sólo eso, también anima el debate social en estos momentos de crisis y contestación de las políticas públicas.

El curso de verano que ofrecemos quiere plantear algunas de las cuestiones fundamentales para entender este retorno de los espectadores a las salas y cómo se complementa con otras formas de consumo del cine español. Para ello, contaremos con la presencia de académicos e investigadores de reconocido prestigio y también de profesionales de la industria cinematográfica que han participado en algunas de las producciones recientes más interesantes para los planteamientos que queremos ofrecer en el curso. Podemos citar entre ellos a los cineastas Enrique Urbizu, Fernando Franco o Eva Valiño. H

*Director del curso. UJI