El pasado fin de semana, hemos peregrinado como Iglesia diocesana al Santuario de Lourdes junto con la Hospitalidad diocesana y otros muchos peregrinos. Las palabras “Lourdes, la alegría de la misión” han ido marcando estos cuatro intensos días. Este lema propuesto por el Santuario era una fuerte invitación a convertirnos en discípulos misioneros, como nos ha pedido el papa Francisco en su exhortación apostólica: “La alegría del Evangelio”.

Como Bernardita hemos ido al encuentro con nuestra madre, y ella nos ha llevado al encuentro con aquel que disipa la tristeza, la desconfianza, el cansancio y el derrotismo que tan a menudo impregnan nuestras vidas. En el ambiente único del Santuario de Lourdes y en torno a María hemos podido experimentar el encuentro real con Jesucristo resucitado. En la oración personal y comunitaria, en el rezo meditado del rosario, en la escucha de la Palabra de Dios y en las celebraciones de las eucaristías, en los gestos de verdadera caridad con los enfermos y los peregrinos, Jesús mismo, presente entre nosotros, nos atraía hacia si llenando nuestros corazones de una auténtica alegría; y en el sacramento de la Penitencia pudimos experimentar el gozo profundo de su misericordia y de su perdón. Quien se ha dejado encontrar por Cristo estos días, ha sentido cómo quedaba transformada toda su persona y cómo él nos unía como discípulos suyos.

Este encuentro renovador con Cristo Jesús nos impulsa ahora a comunicarlo a otros. Pidamos a la Virgen de Lourdes que nos enseñe a llevar a otros al encuentro personal y salvador con su Hijo, como ella lo hizo con Bernardita. Que el Señor nos conceda la gracia de ser discípulos misioneros suyos y sepamos trasmitir con alegría a otros el don que gratis hemos recibido. H

Obispo de Segorbe-Castellón