A lo largo del año litúrgico celebramos los misterios de la vida de Cristo y la obra salvadora de Dios en el mundo. Terminada la cincuentena pascual con la venida del Espíritu Santo, este domingo celebramos la Solemnidad de la Santísima Trinidad para alabar a Dios no por lo que hace, sino por lo que es. La Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana.

El Domingo de la Trinidad celebramos también la Jornada Pro orantibus, es decir, por lo que oran. Es un día dedicado a los monjes y monjas de vida contemplativa. Nuestra Diócesis cuenta con diez monasterios de monjas contemplativas, que oran por nosotros todos los días del año; en este día les queremos mostrar nuestra gratitud y estima, orando por ellos y por las vocaciones a la vida contemplativa. Damos gracias por sus vidas entregadas a la alabanza trinitaria, por su ofrenda permanente al Señor por nuestra Iglesia y nuestra sociedad, por el ejercicio activo de la caridad según su propia vocación.

El lema para la jornada de este año es Contemplar el mundo con la mirada de Dios; es una expresión tomada de la constitución apostólica del papa Francisco para la vida contemplativa femenina Vultum Dei quaerere (2016). El mismo santo Padre les llama y nos invita a contemplar el mundo y a las personas con la mirada de Dios, que es una mirada de amor.

Los monjes y monjas que viven, oran y trabajan en los monasterios han sido mirados por Dios con un amor que ha cautivado sus corazones. Los contemplativos no se desentienden de nadie ni les es ajeno nada de cuanto ocurre en la Iglesia y en el mundo. Mediante su vida orante, retirada y oculta reciben el amor divino y se transforman en ofrenda permanente por nuestra Iglesia y nuestro mundo, por cada ser humano. Los monjes y las monjas viven la comunión con Dios para comulgar también con los padecimientos de cada hombre.

*Obispo de Segorbe-Castellón