Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15). Así se despide Jesús de sus discípulos: encargándoles la misión de llevar a todos el Evangelio. La misión de nuestra Iglesia corresponde a todos los bautizados: todos estamos llamados a colaborar activa y responsablemente en esta misión. Una colaboración que comienza con una vida de fe personal coherente y testimonial, que pasa por la implicación en la vida y tareas de la Iglesia y que incluye también nuestra colaboración económica.

Nuestra Iglesia, que no es de este mundo pero está en el mundo, necesita de medios humanos y de recursos económicos para poder llevar a cabo su misión: para las actividades pastorales con niños, jóvenes y adultos, para la atención espiritual y humana a todo aquél que lo necesita, para el culto, para el mantenimiento de los templos, para la atención de numerosos servicios caritativos, para la remuneración de los sacerdotes, religiosos y seglares. Con poco dinero, y gracias a la generosidad de millones de personas en todo el mundo, la Iglesia sigue haciendo mucho por tantos que todavía necesitan tanto.

Una forma sencilla, pero necesaria, de colaborar con nuestra Iglesia es poner la X en la declaración de la renta, impresa o digital, en la casilla correspondiente a la Iglesia católica. De esta forma el 0,7 de nuestros impuestos se asignarán a la Iglesia católica. También se puede poner la X en la casilla para otros fines. Al poner la X no se paga más, si la declaración es positiva; y, si es negativa, tampoco se percibe menos en la devolución. No cuesta nada poner la X y hacerlo es un ejercicio de libertad y de responsabilidad. La economía de la Iglesia se caracteriza por la austeridad; y pese a ello no podemos llegar a cubrir todas las necesidades pastorales. Muchas cosas tienen que esperar. Nuestra economía depende de todos y cada uno de nosotros; cuanto más se reciba, más se podrá dar.

*Obispo Segorbe-Castellón