Abdelbaky Es Satty, el imán de Ripoll que planeó los atentados en Cataluña se buscó un abogado castellonense para conseguir permanecer en España como residente de larga duración, ya que pesaba sobre él una orden inmediata de expulsión del territorio nacional tras su salida de la cárcel, en abril del 2014. No buscó un jurista cualquiera, sino que optó por un experto en Extranjería con despacho junto a la Puerta del Sol de la capital de la Plana, en el centro de la ciudad. Un especialista que, además, ostenta el cargo de presidente de esta área en el Colegio de Abogados de Castellón. Con una experiencia de 12 años en este terreno, el 95% de los casos que lleva son de este tipo y sus honorarios no frenaron las intenciones de Es Satty, que contrató sus servicios cuando aún estaba interno en la cárcel de la carretera de l’Alcora.

El abogado castellonense David Barrachina habló ayer para Mediterráneo para explicar cómo fue su relación profesional entre los años 2014 y 2015 con este cliente que tanto dolor ha causado ahora tras organizar los atentados.

«ERA AMABLE, CORDIAL»

«Estoy muy sorprendido; sinceramente nunca mostró ninguna conducta o signo, ningún indicio, que me hiciera pensar que era radical, ni siquiera mostró evidencias de ser extremadamente religioso... Iba vestido normal --no con la chilaba como otros--, era amable, cordial», desvelaba Barrachina. Respecto a cómo se puso en contacto con él, el letrado manifestó: «Llevo muchos casos de este estilo, de otros presos musulmanes o de origen árabe, y suelo tener hasta dos o tres juicios a la semana por casos similares». Y prosiguió: «Imagino que se puso en contacto conmigo porque otros internos de la cárcel de Castellón le hablarían de mí; allí se cuentan sus cosas, y estarían contentos con mis servicios. Supongo que alguien le aconsejaría».

Barrachina tuvo que desplazarse a la cárcel de Castellón I para hablar con Abdelbaky Es Satty en el año 2014. Se trataba de un recluso común, interno en el Módulo 3 de la prisión, destinado a condenados firmes, pero no peligrosos. De hecho, Es Satty llevaba una vida normal dentro del centro penitenciario, donde pasó desapercibido durante los dos años que estuvo ingresado tras ser condenado por un juez de Ceuta a cuatro años de cárcel como autor de un delito contra la salud pública, ya que fue sorprendido en el 2010, en un ferry entre Ceuta y Algeciras, con un coche cargado de hachís, como ha ido publicando este diario.

En sus visitas al centro penitenciario, detalla Barrachina, Es Satty le cuenta que «su familia, su mujer y sus cinco hijos, estaba viviendo en Ceuta y que luego se marcharon a Marruecos, después de que fuera detenido». En España, como le aseguró al letrado, «no tenía a nadie más». «Cuando analicé el caso me di cuenta de que había muchos elementos favorables para ganar el juicio: había cotizado a la Seguridad Social durante más de seis años y medio; tenía apalabrado ya un contrato laboral en una empresa, creo recordar que de Tarragona; y, además, contaba con un arraigo de un mínimo de ocho años como residente legal en España».

LA CLAVE DEL CASO

No obstante, como subrayó Barrachina, la clave del caso y que le daba expectativas para evitar que Es Satty fuera expulsado de España es que «solo contaba con un único antecedente penal en España, el tráfico de drogas por el que estaba preso. No tenía más condenas, ni más detenciones, ni ninguna causa pendiente, ni grave ni leve». El letrado llevó la causa como «una más», no tenía nada de particular. «La mayoría, si son así, las gano», afirmó. Y argumentó: «Hace años la directiva europea, y nacional, exigía que con una pena de un año de cárcel había que expulsarlos; pero esto cambió y se puso la condición de que fuera si existía una amenaza grave para el orden público». «En este caso no había amenaza ninguna, aparentemente estaba integrado en la sociedad. El juez, al ver las pruebas aportadas en el juicio, revocó su expulsión y le expidieron la tarjeta de residencia permanente. Ya no supe nada más de él».