Pablo Iglesias e Íñigo Errejón tienen tiempo hasta el 2 de febrero para llegar a un acuerdo si logran una síntesis -que parece muy complicada- entre los documentos que han comenzado a presentar por separado. Las posibilidades de pacto varían según el día, aunque en público suelen manifestarse con optimismo y en conversaciones informales se muestran francamente pesimistas. Ambos saben que si se acaban enfrentando serán los simpatizantes quienes inclinen la balanza y decidan el rumbo del partido. Todo el poder queda, pues, en manos de unas bases a las que persuadir. En Podemos hay 455.932 personas con derecho a votar en el cónclave, una cifra que aumentó en casi 20.000 inscritos en el último mes, cuando Iglesias y Errejón hicieron una intensa campaña para sumar simpatizantes.

Estos datos le convierten en el segundo partido político con mayor base, tras el PP -presume de tener 860.000 militantes aunque la cifra está en discusión- y el PSOE, con 181.000. Es cierto que los inscritos podemistas no pagan ninguna cuota y admiten los dirigentes que buena parte de ese censo está durmiente pero, hasta que no haya una actualización para eliminar a los no activos, casi medio millón de personas va a decantar hacia dónde vira Podemos. Es un poder que no habían tenido jamás de forma tan directa los militantes de las fuerzas políticas surgidas desde la transición.

¿Quiénes son? El partido dispone de una amplia base de datos con la información que suministran los simpatizantes al inscribirse la primera vez: género, edad, estudios y población, lo que les permite conocer el perfil de sus seguidores.

Por autonomías, los principales bastiones son Andalucía y Madrid -en permanente disputa por el liderazgo-, Cataluña y la Comunitat Valenciana. Sin embargo, su comportamiento electoral en los procesos internos no es homogéneo y aquí reside una importante clave de Vistalegre II. Por ejemplo, los catalanes participaron sensiblemente menos en la consulta del pasado diciembre, en la que se decidía el sistema de votación del congreso, y que acabó ganando Iglesias por 2.000 sufragios. La ciudad de Madrid supuso más de la mitad de los votos emitidos en esa comunidad (13.452 de los 23.331). Sin embargo, Barcelona capital apenas aportó 2.636 votos de los 7.768 de su provincia.

Iglesias y Errejón intensifican su campaña para persuadirlos. El secretario general con una acción con sus seguidores en las redes sociales. El secretario político con una gira en la que visitará varias ciudades (Málaga y Granada el sábado, Murcia el domingo, Barcelona el miércoles).

DATOS BAJO CANDADO

El partido dice desconocer a quién votaron sus simpatizantes en diciembre desglosado por territorios, de modo que en principio ni Iglesias ni Errejón saben qué comunidades tienen a su favor. La secretaría de organización, responsable de centralizar los datos, asegura que no pidió este resultado desagregado por autonomías a Agora Voting, la empresa que realiza sus consultas internas.

Sí dispone, en cambio, de toda la información que le facilitan los simpatizantes cuando se inscriben, como el censo en cada autonomía y qué tipo de militante hay en cada comunidad según nivel de estudios o edad. A pesar de las reiteradas peticiones de este diario, la dirección se ha negado a facilitar esos datos, de modo que los que figuran en este gráfico corresponden a las cifras aportadas una a una por cada comunidad. No están incluidas las personas registradas en el extranjero.

La mayoría de las autonomías reconocieron a EL PERIÓDICO que tenían que consultar antes el dato con la secretaría de organización estatal, puesto que no disponían de él. Muchas otras lamentaron la centralización de información tan valiosa y expresaron su malestar. El valioso 'big data' está en manos de la secretaría de organización que encabeza Pablo Echenique, quien asegura no estar alineado con ninguna de las familias de Podemos. Desde esa ‘neutralidad’ elaboró la propuesta del sistema de votación para Vistalegre II defendida por Iglesias y participó en la campaña #IñigoAsíNo contra el secretario político en Navidad.