Los independentistas presos y autoexiliados al extranjero, la divergencia en el soberanismo y la división más clara que nunca entre los independentistas y los que no lo son. Estas son tres las características que marcan la Diada del 2018, a la que se podría añadir una situación de letargo en la acción gubernamental y legislativa, en un contexto de no pocos desafíos sociales, laborales y convivenciales. Con todo, y según los datos de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), este martes la manifestación independentista llenará la avenida Diagonal de Barcelona, tras los insistentes llamamientos a la participación por parte de los encarcelados.

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, dedicó su mensaje institucional de la Diada a los presos con una épica a la resistencia y una promesa genérica, la de "hacer efectiva la república". De nuevo evitó concretar cómo, más allá de los guiños a su principal propuesta de movilización, lanzada la semana pasada: la marcha por los derechos civiles, sociales y nacionales. Y también blandió otra vez la bandera del diálogo, con una nueva invitación al Gobierno del PSOE, con el que por cierto la comunicación es hoy por hoy fluida para desencallar asuntos tan esenciales como las leyes sociales suspendidas por el Tribunal Constitucional a instancias del anterior Ejecutivo del PP.

La parte y el todo

Un discurso, el de Torra, en el marco de los actos organizados por el Parlament y el Govern. Una marcha desde la Cámara catalana hasta la plaza de Sant Jaume -con interpretaciones musicales y lectura de textos- pasando por el Born, dedicada por completo a los presos. Tanto fue así que esta vez no solo Ciutadans y el PP se borraron del acto institucional de la Diada, sino que también el PSC decidió no acudir porque considera que se trata de una conmemoración que no abraza a toda la sociedad catalana, sino solo a una parte, mediante una "apropiación indebida" y un "secuestro" del Onze de Setembre. El partido naranja, que siempre ha eludido participar en estos actos, cree que la jornada "desune" y ha convocado un acto este martes con sus líderes en la plaza del Rei de Barcelona.

El único acto de la Diada que sí contó con el PSC y los 'comuns' ha sido la entrega de la Medalla d'Honor del Parlament a la asociación de maestros Rosa Sensat. Allí sí estuvo, por ejemplo, el 'expresident' José Montilla. Pero también ahí, el 'president' Torra en su discurso sacó a relucir el conflicto soberanista, recordando a la 'exconsellera' de Ensenyament Clara Ponsatí. "A ti y a todos los presos políticos y exiliados, os queremos en casa", proclamó.

La parte y el todo, este sigue siendo un debate de fondo. Torra, en todas las entrevistas concedidas en una semana, ha visto cómo se le cuestionaba que exista una mayoría suficiente para hacer efectiva la independencia de Catalunya. Él sostiene que sí, y por ello asevera que su plan sigue adelante. Un plan que pasa también por el llamado Consell de la República, el organismo de difusión internacional del independentismo que tendrá sede en Waterloo y dirigirá el 'expresident' Carles Puigdemont. En una entrevista a 'El Temps', Torra promete poner en marcha este órgano antes del 1 de octubre.

La divergencia independentista

Pese a que todos los mensajes del independentismo, en la víspera de la Diada, se centraron en homenajear a los presos y a los desplazados al extranjero, por las rendijas de esos discursos animando a la movilización sigue colándose la divergencia. Valgan dos ejemplos: mientras el 'exvicepresident' y líder de ERC, Oriol Junqueras, en una entrevista a TV-3 reclamó no ir a la independencia mediante "atajos", "tener el coraje de hablar en plata" y "admitir dónde estamos y no dónde nos gustaría estar para construir de nuevo aprendiendo de los errores cometidos"; la líder de la ANC, Elisenda Paluzie, en Catalunya Ràdio, seguía reividindicando el camino de la unilateralidad, porque es "la única vía posible, pese a que sea difícil".