La reivindicación de la identidad regional, con motivo del Día de Andalucía, ha servido este martes a la presidenta de la Junta, Susana Díaz, para insertar en su intervención institucional una cerrada defensa del modelo federal del PSOE y la necesidad de una reforma constitucional desde la óptica de la simetría territorial. “El reconocimiento de la diversidad en este país no es ni remotamente incompatible con la igualdad de todos losciudadanos y de todos los territorios de España”, aseguró, recordando además en alusión a Catalunya que “se puede cambiar la Constitución, nosotros lo hicimos con una visión asimétrica que nos dividía, pero apostamos a hacerlo con los votos y la razón, y siempre con una visión de igualdad para todas las comunidades”.

Frente a las críticas de la oposición, que la acusan de tener la cabeza más en el liderazgo de su partido que en Andalucía, Díaz ha tirado de discurso netamente andaluz, reivindicando su gestión durante los últimos tres años y los logros del socialismo en las últimas tres décadas, que han sacado a la región de un atraso secular y dado las mayores cotas de autogobierno. En ese sentido, ha recordado cómo fue el proceso en los años 80, cuando la comunidad logró su estatuto de Autonomía. “Nosotros reformamos el Estatuto por consensode todos, desde la normalidad democrática”, dijo, haciendo extensivo el ejemplo: “las cosas se pueden cambiar siempre que lo hagamos desde el respeto a las reglas del juego democrático y a la igualdad, principio esencial de la identidad andaluza”, insistió en referencia al desafío soberanista en Catalunya y a quienes “buscan tensionar las instituciones”.

EL LASTRE DE LA DESIGUALDAD

“Andalucía puede ejercer una influencia benefactora en los cambios que se avecinan, ahuyentando la tentación de asimetrías y discriminaciones”, apostilló. Díaz reclamó entonces que “los intereses andaluces casan sin ningún esfuerzo con el interés del Estado, más cohesionado, más respetuoso, con un sistema de financiación justo que garantice el equilibrio territorial y la igualdad de los ciudadanos”, una forma de plantar cara a las críticas que minusvaloran su capacidad de liderazgo por proceder del sur. Y lamentó en ese punto que en una época de globalización se confíe en quienes defienden “el aislamiento y los nacionalismos de vía estrecha”. “La desigualdad es un lastre y un problema para toda España”, subrayó, lamentando que a causa de la crisis y de las recetas aplicadas con la excusa de la crisis se hayan puesto en riesgo valores como la justicia y la igualdad de oportunidades.

En sus palabras no dejó entrever ninguna pista sobre sus intenciones futuras, tanto que algunos a la salida se preguntaban si era el discurso de alguien que en breve fuera a dejar Andalucía. Si es cierto que se dedicó a resaltar su gestión al frente de la región, resaltando que en sus tres años en el Ejecutivo regional la tasa de paro ha bajado un 8 por ciento y dejando claro que sus planes pasan por compatibilizar de momento la secretaría del PSOE y la presidencia de la Junta. Presumió de los logros de estos años de autonomía, aunque sin olvidar la autocrítica, y volvió a citar los pilares indispensables de su visión política: sanidad universal y educación pública de calidad. Justo los temas que más protestas ciudadanas han provocado y que se visibilizaban en ese mismo momento con masivas concentraciones (unas 90.000 personas según los hasta seis colectivos convocantes de las protestas) fuera del teatro donde se celebraba el acto.