Pedro Sánchez y Susana Díaz parecen haber sellado el inicio de una suerte de luna de miel política en su reunión en la Moncloa de ayer. Sonrisas ante los fotógrafos. Compromiso de la presidenta andaluza de «lealtad» al jefe del Gobierno. Actitud visiblemente colaborativa con quien fuera su rival en las primarias del PSOE. Y una valoración entusiasta de lo que no deja de ser un jarro de agua fría (la financiación autonómica no se renovará esta legislatura), compensado, si cabe, por los 2.400 millones de euros más que los territorios podrán gastar después de que el Ejecutivo pactase con Bruselas un incremento del déficit público de dos décimas.

Para Díaz, ese «oxígeno» es válido porque permitiría a Andalucía contar con 350 millones vía aumento del déficit y otros 150 por devolución de adelantos a cuenta. La presidenta de la Junta vendió lo ya anunciado por el Gobierno como una conquista, después de que la oposición andaluza la acusara de bajar el pistón de sus reclamaciones tras la llegada de Sánchez. «El presidente reconoce la urgencia y que mientras se pone en marcha el grupo político para abordar la reforma del modelo de financiación tiene que haber oxígeno inmediato», defendió. Ante la posibilidad de que el PP bloquee la posibilidad de que los territorios reciban ese margen, como sugirió el nuevo líder, Pablo Casado, rechazando en el Senado los objetivos de déficit y deuda, fue tajante. Si los conservadores vetan ese dinero para las autonomías, serán responsables de los recortes en servicios públicos. Hizo un llamamiento a la responsabilidad.

«A España se la quiere cuidando de sus servicios públicos», dijo, «me parece irresponsable que si tienes la oportunidad de disponer de más dinero para tus hospitales y tus colegios, votes que no solo por hacer daño a otro partido. Es el PP en estado puro. Confío en que esa responsabilidad se tenga y en que no se van a tirar al monte», reclamó.

Más allá del modelo de financiación, Díaz presumió de lograr el compromiso presidencial para asuntos clave en infraestructuras y un plan especial de empleo que llevan años reclamando. Unas medidas para las que la oposición le reclama ya un calendario y cifras concretas.

Díaz se presentó como una lideresa autonómica y dribló toda reflexión sobre los cambios en el mapa político. Aún así, opinó que el rumbo tomado este fin de semana por el PDECat es «una vuelta de tuerca más del embrollo al que nos está llevando el señor Puigdemont, una vuelta de tuerca exclusivamente pensando en su interés».