Si cae Mali, cae todo el Sahel». La reflexión es de la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, minutos después de que España tomara ayer el mando de la misión de la UE en el país africano, y pone de relieve la preocupación que late cada vez con más fuerza en los gobiernos europeos: si el terrorismo y la pobreza siguen intensificando su escalada al sur del Sáhara, el Viejo Continente deberá hacer frente a un éxodo masivo de ciudadanos que huirán de sus raíces para llamar a las puertas de un mundo con futuro.

El objetivo último de la operación es pacificar Mali para evitar esa ola migratoria y, con esa mirada, la urgencia estriba en impedir que este país y sus vecinos se conviertan en un santuario para terroristas, en una patria en la que operen con impunidad yihadistas que se retiran de la guerra en Siria tras el desmoronamiento del Estado Islámico. Los analistas coinciden en el poder persuasivo del mensaje islamista para captar a una población que se siente agraviada y sin expectativas.

«Para defender nuestro marco de convivencia, hay que ir donde se origina el conflicto. España está especialmente interesada en el Sahel y en que Mali pueda tener estabilidad para una paz duradera», admitió Cospedal ante el contingente español (292 miembros) en la capital, Bamako. Les pidió que «se protejan y se cuiden», bien consciente de que las hostilidades van en aumento, de que los terroristas buscan blancos internacionales para dar más vuelo a sus ataques y de que las tropas estarán a partir de ahora también en el centro del país, donde hay una intensa presencia terrorista.

FORMACIÓN Y ASESORAMIENTO / Los expertos constatan que el éxodo de combatientes islamistas que vuelven de Siria ha comenzado y que en su regreso suman fuerzas con otros grupos armados similares, cuyas alianzas han favorecido una nueva ole de ataques en un país cuyas fuerzas armadas son insuficientes en efectivos y tienen una dotación prácticamente irrisoria.

La misión de la UE que liderará España consiste justamente en formar y asesorar a las tropas malienses. «Es un honor ayudar a las Fuerzas Armadas de Mali a que puedan luchar contra los que quieren hacer de su país el pasto del terrorismo y la criminalidad, y una tierra sin futuro para hombres y mujeres jóvenes», explicó Cospedal, bordeando la otra arista del conflicto: la explosión demográfica que vive el Sahel. Aunque los analistas señalan que la elevada natalidad (ocho hijos por mujer) dificulta la prosperidad, este discurso ha recibido fuertes críticas.

LA SOBREPOBLACIÓN / Le llovieron piedras al presidente francés, Emmanuel Macron, cuando planteó ante el G-20 lo miope de no incorporar la sobrepoblación en el planteamiento de soluciones. «Cuando unos países tienen todavía hoy siete u ocho hijos por mujer, podéis decidir gastar miles de millones de euros, no estabilizaréis nada», advirtió. Era julio del 2017 y desde entonces la situación no ha hecho más que empeorar.

El riesgo de que Mali se acabe convirtiendo en un nido de yihadistas lo reconoce el general que desde ayer dirige la operación en Mali, Enrique Millán Martínez.

Las disputas ancestrales entre la comunidad tuareg del norte y los ciudadanos de raza negra del sur se complica con la presencia de grupos armados, islamistas, traficantes de drogas, de armas y de personas. El general subraya que en este contexto de inestabilidad cobra especial importancia la operación de la Unión Europea para «contrarrestar» el regreso de los yihadistas del Estado Islámico y evitar que Mali «se convierta en un santuario terrorista».

La unión de bandas yihadistas, en el 2017, en el grupo Nusrat al Islam y la escalada de ataques de JNIM (Grupo de Apoyo a los Musulmanes) se ha traducido en un incremento de atentados que dibuja un escenario bastante desalentador.