José Luis Ábalos (Torrent, València, 1959), el nuevo ministro de Fomento, lleva 42 años en política, pero de ellos 40 los ha vivido a la sombra. Primero, en la clandestinidad, con las Juventudes del PCE, a las que se afilió en 1976 cuando todavía no estaban legalizadas. Y luego, desde 1981, en la trastienda del PSPV, en la que ha sido una pieza clave.

Este maestro de Primaria ha disputado todos los partidos de la agitada vida interna de los socialistas valencianos. Concejal del Ayuntamiento de València (1999-2007) y asesor del grupo municipal los siete años anteriores, cuenta con un fiel núcleo duro que le sigue sin dudarlo a cualquier batalla y que recibe esa misma protección de su jefe. Unas las ha ganado y otras no, como las dos veces que optó a ser secretario general.

Ábalos es un hombre de partido, pero siempre ha estado cómodo jugando a la contra. Dio el salto a Madrid en el 2009 para ocupar en el Congreso de los Diputados un escaño que quedó vacante. Cinco meses después se incorporó a la bancada socialista un joven Pedro Sánchez, a quien ya apoyó en su triunfo en las primarias del 2014 frente a Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias. Así, para él fue casi el paso natural convertirse en su primer escudero cuando las altas esferas del PSOE lo defenestraron en octubre del 2016. Él le montó la campaña de reconquista, que comenzó en Xirivella, un pueblo pegado a València. Su recompensa, cuando Sánchez volvió, fue la secretaría de organización del PSOE.