Ha sido una señora la primera en buscar un buen lugar en la calle de Parellades, justo detrás de los juzgados de guardia de Palma. Lo ha hecho discretamente, como quien sale de casa con las llaves y sin abrigo, porque la panadería está en la esquina. El reloj aún no había tocado el cuarto, el que anuncia que las siete acaban de pasar, y ella ya se había situado en el portal que da al paseíllo de la rampa que en Mallorca ya se ha convertido en un clásico.

En menos de hora y media, el duque de Palma, Iñaki Urdangarín, podía recorrer esos metros y la señora no quería perderse esa imagen hipotética, la imagen del día para mucha gente. En realidad la señora, aclaraba, es monárquica y "esto de Iñaki" ha sido como un vaso de agua fría a sus convicciones. Con ella, a las 07.25 horas, 70 periodistas esperaban junto a la puerta trasera de los juzgados.

Aún no había llegado la policía ni se habían montado los furgones ni habían hecho acto de presencia los jóvenes de la asamblea universitaria ni los de Maulets que han convocado los actos de protesta contra la monarquía y la corrupción y ni siquiera se escuchaban los gritos de la familia de Felanitx que reclamaba un urólogo para su hijo.

Manifestantes a la espera

Era un momento oscuro porque aún era noche y de incertidumbre: de no saber muy bien qué pasará o, de hecho, si pasará algo. La señora, brazos cruzados y mala cara. Todo cambiaría en 20 minutos. Cordón policial, efectivos llegados de Andalucía y de varios puntos de la isla, grúa que cargaba los coches de los vecinos incautos y la familia que reclamaba el urólogo a grito pelado y la señora ya no está.

La escena se estaba preparando, se tensaba y nadie se había percatado de que ya había salido el sol. Es eléctrico un momento así porque puede pasar cualquier cosa y no pasar nada al mismo tiempo o peor aún que pase y no lo veas. A las 08.30, ya había 500 personas esperando a Iñaki Urdangarín. Las pancartas, de las más variadas y banderas republicanas, aquí y allá. Quizá la más ingeniosa en la que se leía Nóos llena de orgullo y satisfacción firmada por la Revolta Global d¿Esquerra Anticapitalista de Mallorca. Había otras más reivindicativas: Retallem la Monarquia, esta de la asamblea de los estudiantes de la Universitat de les Illes Balears (UiB).

Independentistas, republicanos y curiosos

Entre las 500 personas, la representación más variada que se haya visto nunca en las puertas de los juzgados de Palma. Nacionalistas, independentistas, curiosos, universitarios, dos grupos de teatro --unos representando la crucifixión de la justicia-- otros, solo dando gritos sin mucho sentido. Una familia de Inca se había levantado a las seis. La indeferencia, que es otro clásico en Mallorca, por un día o unas horas parece haber sido superada.

Grita alguien: "Somos el pueblo" y el mimo, que ya es famoso, sacando pancartas de todo tipo, como resumen de los 20 casos de corrupción que ya hace seis años son cada día noticia en la isla y de los 500 imputados, entre políticos, parientes y secretarios de secretarias. Nadie sabe bien si a toda esta gente los une algo más allá del enfado. Un señor grita que es "el momento" de proclamar la república y una mujer, disfrazada de presa, se apresura a decir que ella es "monárquica". En su pancarta se lee que espera a Urdangarín en su nuevo palacete.

A los 08.33 horas, una periodista avisa de que el duque de Palma sale del palacio de Marivent. ¿Cuánto tardan? Diez minutos. Se alargaría más de

17 minutos. Mientras tanto el coraje popular se va amplificando.

Abucheos y huevos

Llegan los fiscales anticorrupción, Juan Carrau y Miguel Ángel Subirán, y segundos después, Pedro Horrach. Entonces, la gente aplaude. También al juez José Castro aparece del otro lado y pasan los minutos. El abogado de Iñaki Urdangarín, Mario Pascual Vives, parado en la calle Parellades mira el reloj y aguanta estoico.

El duque llega con un Opel Corsa azul. Le acababan de lanzar dos huevos al coche. Más tarde se sabrá que ha sido una señora de 60 años llamada Isabel. El duque se para y baja con parsimonia del coche. Silencio. Y un eco de "Fuera Monarquía" y "Monarquía guillotina". Y el duque camina. Ayer a las 17.33 y, tras todas las especulaciones del mundo, el juez decano, Francisco Martínez Espinosa, había anunciando que por estrictas razones de seguridad el duque llegaría en coche a la puerta del juzgado. Pero el duque ha optado por llegar como el resto de imputados. A pie, baja por la rampa 35 metros junto a su abogado.

La señora que había sido la primera aguanta la pancarta de los jóvenes universitarios. En esa rampa todo es parsimonia y detrás, todo ruido. El duque camina. Con aspecto serio y demacrado se para ante un grupo de periodistas para hacer una breve declaración en la que reitera su inocencia antes de entrar en los juzgados. Y mientras el duque da cuenta de sus negocios, a fuera sigue el ruido.

Un fuerte dispositivo policial ha evitado incidentes. La señora Isabel ha explicado que se ha quedado "muy a gusto" tras lanzarle dos huevos al coche de Urdangarín al grito de "sinvergüenzas, ladrones". Dos huevos que han impactado contra la carrocería y no han impactado al duque. La mujer ha sido identificada por la policía que, sin embargo, no la ha detenido ni la ha multado.