Más allá de los desencuentros y las desilusiones, Pablo Iglesias e Iñigo Errejón tomaron una determinación cuando estalló la pugna interna, en plenas negociaciones de gobernabilidad: el proyecto de Podemos es prioritario y cualquier conflicto orgánico queda subordinado a la consecución de ese objetivo. Con esa lógica, Iglesias apura la negociación hasta el último plazo -medianoche del lunes- para presentar unas listas al 26-J que mantienen al núcleo duro de los errejonistas en los lugares que ocuparon el 20-D y evitan así la imagen de purga. Los dirigentes más relevantes afines al secretario político ocupan prácticamente los mismos huecos que en las elecciones de diciembre. El destituido secretario de Organización, Sergio Pascual, sigue de número uno por Sevilla; Alberto Montero, estrecho colaborador de Errejón, repite como cabeza de cartel el Málaga; y en Madrid se ha alterado el sistema de cremallera para evitar un desplazamiento arriesgado de Pablo Bustinduy, que quedaba retrasado tras la inclusión de Alberto Garzón como número cinco por la capital.

Además del líder de IU, en la lista hay dos grandes novedades: el cambio del exJemad, Julio Rodríguez, que no consiguió escaño al ir como número dos en Zaragoza, y ahora es cabeza de cartel en Almería, y la desaparición de Victoria Rosell por Las Palmas, porla causa judicial abierta en su contra.

Los focos de tensión en la confección de las listas tienen origen en la alianza con IU, por los desplazamientos que provoca -que son menores de lo augurado por algunas voces pero frustran determinadas aspiraciones- y, sobre todo, por el dilema ideológico que plantea. El sector errejonista no oculta su malestar por la decisión de Iglesias de dar cabida a nombres de la izquierda tradicional de talante radical, como el sindicalista Diego Cañamero, que encabezará la lista por Jaén.

Los intelectuales del partido han asumido con menos irritación pero sin gran entusiasmo la incorporación del padre académico de Iglesias, Manolo Monereo, como número uno por Córdoba, y asisten con perplejidad al idilio con Julio Anguita. El excoordinador federal de IU, que impulsó la alianza Unidos Podemos, ha admitido con cierto desdén no conocer siquiera al número dos de Podemos. Los errejonistas temen que el pacto haga mutar su identidad populista plurinacional, acabe por expulsar al votante transversal y convierta a Podemos en "la nueva vieja izquierda", una receta perdedora. Aún a pesar del recelo mutuo, Errejón e Iglesias mantienen lo comprometido y la doctrina oficial es que en el partido existe pluralidad de voces pero no dos facciones enfrentadas.

En Comú Podem confirmó este lunes que Ada Colau cerrará simbólicamente la lista de la coalición catalana para el 26-J y que Lucía Martín relevará como número dos por Barcelona a Marta Sibina, que pasará a encabezar la lista de Girona.