La Unión Europea necesita con urgencia un acuerdo para poner sordina al enfrentamiento que el reto migratorio está generando entre los socios comunitarios y salvar a la cancillera alemana, Angela Merkel, del ultimátum que le ha dado su aliado, la Unión Social Cristiana (CSU), para endurecer su política migratoria.

En vísperas de la minicumbre de Bruselas a la que acudirán 16 países para preparar el Consejo Europeo en el que se analizará este asunto, Francia y España han propuesto crear «centros cerrados en suelo europeo» para acoger a los migrantes que desembarquen en Europa y tramitar rápidamente desde ahí las solicitudes de asilo.

Es lo que anunció ayer el presidente francés, Emmanuel Macron, en la rueda de prensa ofrecida en el Elíseo al término de un almuerzo de trabajo con Pedro Sánchez, que eligió París para su primera visita al exterior como presidente del Gobierno.

En el fondo, de lo que se trata es de evitar la entrada en la UE de quienes abandonan sus países por razones económicas. Esos centros se adaptarían a los estándares del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y estarían financiados por los estados europeos.

La idea difiere de la que puso a principios de semana encima de la mesa el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, que planteó plataformas extracomunitarias de desembarco de migrantes, algo que Francia no ve con buenos ojos porque cree que Europa debe mantener sus principios sin dejarse arrastrar por las soluciones «extremas». Pero la iniciativa de los centros europeos -que Macron había consensuado previamente con Berlín y a la que se ha sumado Madrid- se ha encontrado ya con el rechazo de Roma. «Significaría decirle a Italia: encárgate tú. No es posible», ha dicho el vicepresidente italiano y líder del Movimiento Cinco Estrellas, Luigi Di Maio.

Todo apunta que será complicado convencer a los detractores más recalcitrantes, así que Macron esgrimió también la amenaza de las sanciones financieras para que se nieguen a acoger refugiados. «No puede haber países que se beneficien de la solidaridad de la UE y que reivindiquen su egoísmo nacional cuando se trata de temas migratorios», dijo

Sánchez no dio tantos detalles y se limitó a defender una política migratoria basada en el respeto a los derechos humanos y en el refuerzo de la cooperación bilateral con los países de origen y tránsito.

El presidente del Gobierno puso el acento en el firme compromiso de España con la causa europea y en la sintonía que mantiene con París para avanzar hacia «una Europa que proteja». En este sentido, apoyó sin fisuras el acuerdo al que llegaron este miércoles en Meseberg Merkel y Macron para crear un presupuesto común para la zona euro. España, abundó Sánchez, mantendrá en Bruselas una actitud «proactiva y constructiva» que subraye más las coincidencias que las diferencias y lance a la opinión pública un mensaje de unidad.

Pero la unidad se aleja. Si algo ha puesto de relieve la crisis del Aquarius es que frente al reto migratorio se abren paso la xenofobia y las tesis más duras de los euroescépticos. El ambiente se está envenenando y la tensión entre París y Roma no contribuye a mejorarlo.

Tras calificar de «cínica e irresponsable» la decisión del nuevo Gobierno italiano de cerrar el paso al Aquarius, Macron denunció la «lepra nacionalista»» que crece en Europa y alertó del riesgo de «fragmentación» de la UE. «Puede que seamos populistas leprosos, pero yo las lecciones las recibo de los que abren sus puertos. Acoja a los miles de migrantes y luego hablamos», le respondió el ultraderechista líder de la Liga y ministro italiano del Interior, Matteo Salvini.

Por otra parte, en el capítulo doméstico, Pedro Sánchez, consideró que la presencia del presidente de la Generalitat, Quim Torra, en la inauguración de los Juegos del Mediterráneo tiene que percibirse como un síntoma de la intención de caminar hacia la «normalización institucional» para superar la «crisis de desconfianza».

Sánchez agradeció el apoyo de Macron a la integridad territorial en los momentos críticos que se han vivido en Cataluña y anunció que el presidente francés realizará una visita oficial a Madrid el 26 de julio.