El Estado ha asestado un golpe al 1-O que ha dejado el referéndum unilateral muy malherido. Aunque el Govern no ha sancionado aún su muerte, las heridas que presenta hacen sospechar que se halla en la uci, a la espera de la extremaunción. Una operación relámpago de la Guardia Civil en hasta cuatro 'conselleries', otros organismos de la Generalitat (como el CTITI) e, incluso, en alguna empresa privada (T-Systems) ha presentado un balance de hasta 14 detenidos, entre ellos, la cúpula del departamento de Economia i Hisenda (el de Oriol Junqueras) y los cerebros del 1-O: el secretario general, Josep Maria Jové, y el secretario de Hisenda, Lluís Salvadó. En el capítulo de las incautaciones destacan los casi 10 millones de papeletas aprehendidas en Bigues i Riells. Una multitud (no solo de independentistas), así que trascendieron las noticias, tomaron las calles del centro de la ciudad.

El choque de trenes era esto. Las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado moviéndose por el tablero barcelonés, deteniendo, por orden de un juez la capital catalana, personas cuyo cargo emana indirectamente de la elección popular y la gente concentrándose en protesta por los hechos. Sin muchas sonrisas.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha comparecido pasadas las nueve de la noche para presumir de su triunfo sobre el referéndum. Ha reiterado su propuesta de diálogo, bajo sus reglas, es decir, dentro del marco constitucional y ha llamado al Govern a cejar en su empeño independentista: “Están a tiempo de evitar males mayores”, sentenció, enigmático.

Y en ningún sitio fue más palpable ese choque que ante la sede de la CUP, en el Eixample. Ahí llegó el Cuerpo Nacional de Policía (¿Y los Mossos?), con sus antidisturbios, y pusieron cerco a los anticapitalistas sin decidirse a entrar, por aquello de que cuando se apostaron en la calle de Casp no tenían aun la orden judicial. La dilación, querida o no, dio tiempo a la militancia cupera a concentrarse ante su ‘sancta sanctorum’. “Pasarán por sobre nuestros cuerpos” desafió, megáfono en mano, una de las diputadas de la fuerza.

A un palmo de distancia, cualquier gesto equívoco hubiera podido prender la mecha, pese a las reiteradas llamadas de las primeras figuras de la CUP, como Anna Gabriel y Mireia Vehí, de oponer una “resistencia pasiva”. Avanzada la tarde, la policía se marchó. La CUP denunció ante el juzgado de guardia el acoso policial de ocho horas.

RECTIFICACIÓN INÚTIL

Y es que el Estado golpeó con toda su fuerza. De nada sirvió que la ‘conselleria’ de Junqueras abandonara, el lunes por la tarde, su desobediencia y mandara los primeros informes semanales que le habían sido requeridos por el Ministerio de Hacienda y que este mismo miércoles tramitarán “los de esta semana”, detalló el ministro del ramo, Cristóbal Montoro, sin perder ripio para lanzar un nuevo dardo: “Ya ven que coherente es todo esto”, ha afirmado. Nada cambiará, de momento, el parecer de Montoro y la intervención de las cuentas catalanas proseguirá ‘sine die’.

La actuación de la Guardia Civil logró un efecto bumerán evidente desde primera hora de la mañana: la unidad política del soberanismo y los 'comuns' junto a amplias capas de la izquierda no necesariamente partidarias de la vía independentitsta. Una unidad entre el Govern, la presidencia del Parlament, los principales partidos (a excepción obviamente del PP, PSC y Ciutadans) y entidades soberanistas y no soberanistas, unidos en “defensa de la democracia” contra "la suspensión de facto del autogobierno de Catalunya" y la aplicación "de un estado de excepción", en palabras del ‘president’ Puigdemont.

El ‘president’, en su comparecencia, tras reunir al Govern de forma urgente, no solo ha lanzado el mensaje de que el referéndum se mantiene, sino que ha dejado en manos de los agentes sociales y económicos la respuesta a dar. Es decir, tal y como explicaban fuentes del Govern, se trataba de dar una repuesta lo más "coral" posible, con ‘seny’, firmeza y responsabilidad".

La unidad de acción se plasmó en el Congreso, donde ERC, el PDECat y Podemos denunciaron la operación policial. Posconvergentes y republicanos, y los de En Comú Podem, abandonaron el hemiciclo entre los gritos, así lo atestigua la portavoz de Podemos Irene Montero en un tuit, de “no volváis” de las bancadas del PP y de Ciudadanos.

La unidad catalana siguió con una comparecencia conjunta de ANC y Òmnium con los principales sindicatos. Mientras en la calle había más de un grito en favor de la huelga general, los actores cívicos y políticos se tomaban con prudencia esta propuesta coral.

Y apostaron por dos vías: mantener frente a la ‘conselleria’ de Economia (zona cero en esta ocasión), y en los próximos días, en especial el fin de semana, convocar a movilizaciones frente a los ayuntamientos. Al cierre de esta edición, los 40.000 manifestantes de la Rambla Catalunya, cercan todavía a los agentes de la Guardia Civil que prosiguen aun en la ‘conselleria’. Las entidades se mostraron convencidas de que el 1-O seguía, por cierto, vivito y coleando.

COLAU SE DEFINE

La gravedad de los hechos, y la rabia contenida en muchos barceloneses, ha empujado a la alcaldesa de la capital, Ada Colau, a abandonar sus tradicionales equilibrios. Más cómoda en un discurso anti-PP, Colau ha llamado a los ciudadanos a seguir manifestándose y ha apostado porque el referéndum del 1-O tenga una mayor afluencia a las urnas debido a la acción "gravísima" del Gobierno de Rajoy.

Porque Rajoy ha cambiado el debate. Ya no es ‘independencia, sí o no’, ni tan solo ‘referéndum sí o no’. Si no la defensa de los derechos civiles y las instituciones catalanas.