El episodio piloto servía antaño -antes de que Netflix las estrenara completas-- para ver no solo el posible éxito de una serie, sino también para dejar entrever por qué lindes se movería la producción en cuestión. Entendido de esa manera el pleno de constitución del Parlamento catalán en su 12ª legislatura y, singularmente, el discurso del flamante presidente de la Cámara, Roger Torrent, permiten adivinar una legislatura mucho más tranquila que la anterior, con un acento social mayor y, que si sigue la pauta marcada por el aún alcalde de Sarrià de Ter, orillará los posibles sobresaltos judiciales. Dicho de otro modo, el discurso que explicita el escenario que deseaba ERC de haber vencido en los comicios, y también gran parte del PDECat, dibuja un terreno de juego poco apto para los intereses de Carles Puigdemont.

Y es que el discurso de Torrent vale más por lo que calló que por lo que dijo. Se mantuvo lejos de las arengas patrióticas de su predecesora, Carme Forcadell, aunque sí subrayó al escenario «anómalo» en el que en su opinión empieza la legislatura. Se refería a la situación de los diputados encarcelados (Oriol Junqueras, Jordi Sànchez y Joaquim Forn) y a la de los cinco en Bélgica: Carles Puigdemont, Clara Ponsatí, Meritxell Serret, Toni Comín y Lluís Puig. Pero también al artículo 155. «Ante este escenario sin precedentes democráticos, el primer paso es poner fin inmediatamente a la intervención de nuestras instituciones», sentenció.

Aceptado que ERC, desde la campaña, ha rehuido de una legislatura llena de choques simbólicos con el Estado y se ha centrado en lo social, hay un matiz nada despreciable entre defender la recuperación de las instituciones, como hizo Torrent, y el «llenar la República de contenido» que también los republicanos utilizaron en la previa del 21-D. Porque Torrent, por no citar, ni aludió a la república. E incluso en su nueva biografía de Twitter ha dejado lo de «Parlament de la República Catalana» en un más moderado «Parlament de Catalunya».

DIÁLOGO Y ACUERDO / Un matiz que no pasó desapercibido para los socios necesarios de la CUP. Carles Riera arremetió contra el nuevo speaker del Parlament por «traicionar el espíritu del 1-O» y obviar cualquier referencia a la «república». Para la CUP, Torrent se sitúo «en el marco autonomista y constitucional», y quedó «muy lejos de cualquier referencia o compromiso con la legalidad republicana».

El nuevo presidente de la Cámara catalana se esforzó mucho por subrayar que quiere que el «diálogo» y el «acuerdo» protagonicen su mandato. Dijo ser consciente de la «pluralidad» de opciones que han votado los catalanes, y reivindicó ese hecho como una riqueza. «Más allá de las convicciones están los principios. Quiero hacer de la democracia y la convivencia los pilares fundamentales de mi mandato. Quiero contribuir a coser la sociedad catalana», añadió, tras aludir a las «identidades cruzadas» de los ciudadanos.

Incluso el cierre de un discurso prolijo en referencias a las «necesarias» políticas sociales a adoptar fue bien distinto al de Forcadell. Nada de «¡Visca la democracia!, ¡Visca el poble sobirà!, ¡Visca la república catalana!» de la expresidenta de la ANC y sí un sobrio «¡Visca la democràcia i visca Catalunya!».

El discurso de Torrent no levantó, obviamente, euforia en la bancada constitucionalista. Pero tampoco levantó ampollas. Como ejemplo, en la rueda de prensa posterior, Inés Arrimadas hizo, motu proprio, ninguna referencia a él y sí al que abrió la sesión, el de Ernest Maragall (presidente de la Mesa de Edad). La líder de Ciutadans sí criticó, a preguntas de los reporteros, a Torrent, pero más por sus declaraciones pretéritas, de un independentismo de rompe y rasga, que por lo dicho ayer en el hemiciclo. El PSC y los comuns no hicieron ascos a lo dicho por Torrent, aunque remarcaron que ahora era el momento de pasar de las palabras a los hechos.

Para el registro queden también las tiranteces del bloque constitucionalista. Sí en días anteriores Cs le había negado al PP el diputado que precisaba para formar grupo parlamentario, ayer fue el partido naranja el que sufrió un feo de alguien de la bancada del 155. Torrent fue elegido con los 65 votos (JxCat, ERC y la CUP), descontando los cinco diputados que están en Bélgica y que renunciaron a delegar su voto para esta sesión, por aquello de no tensar la cuerda antes de tiempo. El candidato propuesto por Cs, José María Espejo-Saavedra, se quedó con 56 votos, y no los 57 previstos, porque, parafraseando a Miguel Gila, alguien votó en blanco a alguien.

Segundo feo. Se levantó Arrimadas para pedir que la Mesa de Edad reconsiderara la aceptación del voto delegado de los presos en Madrid. Miquel Iceta pidió la palabra para mostrar su total acuerdo con la decisión de la Mesa, amparada nada menos que por el Tribunal Supremo.