La presidenta del Congreso parece dispuesta a abanderar la lucha para que los horarios razonables se impongan también en la esfera institucional y se eviten jornadas maratonianas que suelen terminar a horas de escándalo. Ejemplos: la votación sobre el suplicatorio de Francesc Homs se produjo a las diez y media de la noche; la iniciativa para derogar la ‘ley mordaza’ a las once menos cuarto. Los trabajadores de la Cámara (ujieres, taquígrafas, periodistas, personal de seguridad, de limpieza, camareros) y los propios diputados pidieron a Ana Pastor que tome medidas. Sin embargo, una vez ella les reclamó propuestas en firme, quedó demostrado que no hay acuerdo sobre cómo mejorar el sistema. El disenso amenaza con dejar los cambios en mejoras de mínimos y los horarios de una institución que quiere ser ejemplo para la ciudadanía podrían seguir siendo intempestivos. Aunque el Gobierno está determinado a promover que la jornada termine a las seis de la tarde, sus señorías no van a ser las primeras en aplicarse el cuento.

Antes de fiestas, Pastor preguntó a los portavoces de los grupos qué planes concretos tenían para mejorar la vida laboral en el Congreso y se encontró con discrepancias según los intereses de cada cual. El escollo principal es que el trabajo se concentra en tres días, de martes a jueves, puesto que los lunes y viernes en teoría los diputados hacen trabajo en las respectivas circunscripciones que les han elegido. Esa labor no está fiscalizada. Se trata fundamentalmente de reuniones del partido, actos y encuentros con asociaciones de los territorios. Si esa labor es intensa o relajada, si verdaderamente están con la ciudadanía o aprovechan para ver a sus hijos o ir al cine depende, en buena medida, del interés de cada diputado. Y hay de todo.

Esta lógica de trabajo se evidencia en una imagen habitual en el Parlamento. Sus señorías llegan cargando sus maletas y salen corriendo también, para no perder un vuelo. Ese trabajo tan intensivo anula cualquier atisbo de vida privada para los que trabajan en el Congreso. A veces no hay tiempo ni de comer un mal pincho de tortilla. Las taquígrafas apenas pueden respetar sus tiempos de descanso obligatorio.

PARECERSE A LA GENTE NORMAL

La idea que medita Pastor es adelantar el pleno de los martes, que empieza a las cuatro de la tarde, a mediodía y que la jornada no se alargue más allá de las nueve de la noche. PSOE y PP lo verían bien, pero los nacionalistas y Unidos Podemos, prefieren que comience a las tres. Aducen que sus diputados aprovechan la mañana para volver de sus circunscripciones y, a veces, también hay comisiones. Para poderlo adelantar, en todo caso, se deberían mover también las reuniones de la Mesa y la Junta de Portavoces, que no suelen empezar antes de las once. ¿Por qué no las adelantan a las nueve de la mañana? Esto implicaría que los diputados volviesen antes de sus provincias.

La secretaria general adjunta del PSOE en la Cámara, Isabel Rodríguez,fue quien planteó el tema a Pastor. Considera que los parlamentarios son corresponsables de que los cientos de trabajadores de la institución tengan horarios razonables. “Tenemos que trasladar un mensaje de ejemplaridad hacia fuera y además legislar para conseguir la igualdad. Solo si nos lo creemos y lo llevamos al BOE [Boletín Oficial del Estado] será posible”, defiende. Rodríguez propone que los diputados vuelvan los lunes de sus territorios porque las nuevas tecnologías también facilitan ese contacto y así adelanten el trabajo.

La portavoz de igualdad de ERC, Teresa Jordà, se niega. “Yo no puedo conciliar en Madrid. Mi familia no está en Madrid, así que me da igual terminar a medianoche un pleno, porque total, me iré a dormir. Para mí, el trabajo de contacto presencial en el territorio es más importante”, argumenta, y propone terminar los jueves a mediodía.

También la portavoz de igualdad de Partit Demòcrata, Lourdes Ciuró, es partidaria de mejorar los horarios, pero cree que lo máximo que se puede hacer es adelantar el pleno una hora y subraya la necesidad de hacer pedagogía. Recuerda que cuando los diputados no están en sus escaños, están trabajando en comisiones que son menos visibles o en sus territorios. “Yo no me quedaré una noche más por el qué dirán, porque estaría aumentando la demagogia. Una vez he terminado mi trabajo saldré corriendo si tengo que coger un AVE, porque eso no es punible”, reflexiona.

RECORTAR LOS DISCURSOS

Tampoco hay acuerdo en el tiempo de intervención. PSOE, PP, PDECat y ERC son partidarios de reducir los tiempos de intervención de cada portavoz en el pleno. Unidos Podemos se niega. Pastor ha dedicado parte de estas fiestas a buscar el encaje y cuenta con el respaldo de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, que está determinada a impulsar la conciliación en su mandato. A mediados de enero la presidenta trasladará su propuesta a la Mesa y a la Junta de Portavoces. Si logra convencerles o impone su criterio está por verse.